La negociación de la nueva ejecutiva del PSPV y de los órganos de dirección como el comité nacional o federal ha destapado importantes movimientos dentro del socialismo alicantino. No sólo de cara al cierre de este congreso del PSPV, celebrado durante este fin de semana en Elche y que hoy termina con la votación de la dirección que llevará al partido a las elecciones de 2019. Sino también con vistas al congreso provincial que, en principio y de acuerdo a los cálculos que maneja la nueva cúpula del PSPV, podría retrasarse hasta finales de octubre o primeros de noviembre. Ximo Puig quiere centrarse a la vuelta de las vacaciones en la intensa agenda institucional y política que empezará a mediados de septiembre con el debate de política general, seguirá con el 9 d'Octubre, una visita a Bruselas, la salida de la Volvo Ocean Race en Alicante y la manifestación a favor de la financiación, para la que ya se está negociando una fecha.

Durante los contactos de la nueva ejecutiva, Puig ha realizado un movimiento de enorme calado. Ofreció al ilicitano Alejandro Soler, el único alicantino en la dirección federal de Pedro Sánchez y referente de los «sanchistas» en la provincia, integrar a una o dos personas de su confianza en la nueva ejecutiva. El «sanchismo» en principio descartaba integrarse en la dirección y reclamaba presencia en los órganos de representación. Al cierre de la edición, sin embargo, el grupo de Soler meditaba la decisión para responder antes del plazo de presentación de candidaturas, que expiraba de madrugada. Eso supondría romper el bloque «sanchista» y sumar votos que pueden ser decisivos en la pugna por la dirección provincial alicantina, que Puig desea que tenga sintonía plena con el proyecto que ahora se inicia en el PSPV. El contacto, pase lo que pase, ya supone «romper el hielo» para el futuro.

Los contactos para conformar el comité nacional, precisamente, han evidenciado las diferencias, ya conocidas, dentro del bloque que respaldó a Ximo Puig. A la provincia le correspondían el 30% de los 100 miembros que se eligen. Alejandro Soler, como «jefe» del «sanchismo» alicantino, pidió negociar directamente con Toñi Serna, cabeza visible de un grupo de cargos comarcales y la dirigente provincial con más poder en la que se apoya Ximo Puig. Este grupo, a su vez, tuvo que discutir la cuota de los afines al jefe del Consell en la provincia con el exsenador Ángel Franco, al que no reconocieron como único interlocutor. Pidieron que el alcalde de Elda, Rubén Alfaro, por ahora a partir un piñón con Franco, participara también en las conversaciones.

El papel de Franco, a pesar de que lleva semanas ejerciendo presión para ganar cuota de poder, ha sido de perfil bajo. No tiene a nadie en el principal núcleo de dirección, como quería. Y la única concesión en la nueva ejecutiva -la diputada Sandra Martín- es una decisión personal de Puig con el aval de Alfred Boix, hasta ahora secretario de Organización. Ni siquiera tendrá sillón en el comité federal, una lista en la que estarán Ciprià Císcar, Joan Lerma y el mencionado Boix. Falta ver hacia donde camina ese acercamiento de Puig en clave interna con parte del «sanchismo» alicantino y si eso articula una candidatura para el congreso provincial sin Franco, que seguró cavará una última trinchera en Pintor Gisbert de cara a la asamblea local.