El secretario general del PSPV, Ximo Puig, corroboró ayer el giro valencianista del partido, volvió a escenificar su compromiso para potenciar el valenciano en Educación y la Administración, sacó pecho de la gestión del Consell durante los dos primeros años de legislatura? pero se mostró inconformista con lo conseguido hasta ahora. «Queda mucho por hacer», repitió en varias ocasiones durante su discurso en la clausura del XIII Congreso Nacional del partido.

El también presidente de la Generalitat aprovechó su intervención para desgranar sus principales logros en el Ejecutivo. Se congratuló de haber «levantado las hipotecas del pasado», reiteró que no existe ningún indicador «que no haya ido a mejor» y sentenció que «ahora el País Valenciano es más justo» que durante los 20 años de gobiernos populares.

Sin embargo, todos esos logros de los que presumió son todavía insuficientes para él. De ahí que pusiera los ojos en el futuro en sus últimas palabras. «No podemos permitir que estos cuatro años de gobierno sean un paréntesis entre dos nadas», afirmó, recordando las palabras del poeta valenciano Francisco Brines. «Lo que se ha destruido en 20 años no se puede resolver en cuatro», insistió, para finalizar señalando: «Hemos comenzado a ganar el 2019».

En ella, el líder del PSPV corroboró también el viraje valencianista del partido. Habló de País Valenciano una y otra vez, reivindicó más autonomía de cara a Ferraz, insistió en que los problemas territoriales de España no obedecen exclusivamente a la situación de Cataluña y ensalzó que España es «una nación de naciones» y «el País Valencià es una nacionalidad histórica». Paradójicamente, ese discurso se asemeja más al de Pedro Sánchez y menos al de Susana Díaz.

El jefe del Consell, acompañado en el escenario por su nueva ejecutiva nacional, también adelantó que la primera decisión que trasladará a la dirección autonómica del partido será «la adhesión a la manifestación» que recorrerá València en octubre para censurar el expolio que sufren las comarcas valencianas. «Como dijo Fuentes Quintana, tenemos que pasar de la España castiza a la España abierta», agregó, para acto seguido desgranar los tres pilares sobre los que se asentarán las políticas del partido. Se trata de la justicia social; el crecimiento y el empleo; y el valencianismo y el federalismo. Del primero ensalzó que no se puede construir una sociedad democrática sin igualdad. Del crecimiento puso en valor que sea sostenible, que luche contra el cambio climático y que no contemple un urbanismo depredador. Y respecto al valencianismo, donde más se detuvo, subrayó que «este país necesita una propuesta construida desde nuestra tierra». «La primera obligación del PSPV pasa por defender los intereses de los valencianos». Blanco y en botella. Puig quiere más margen de maniobra respecto a la cúpula federal.

Precisamente, uno de los logros de los que se siente más orgullo es el de haber cambiado la imagen que proyecta la Comunidad en el exterior. Como ejemplo, citó su última reunión con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker: «En Europa están escandalizados con nosotros. Teníamos hasta 10 expedientes abiertos. Habíamos falsificado las cifras contables, el expediente de la Ciudad de la Luz, teníamos el problema de los clubes de fútbol... Había una desconfianza absoluta y casi me registran», terminó ironizando.