El Consell y el Gobierno Central escenificaron ayer un divorcio político en toda regla con la localidad alicantina de Benissa como escenario para la puesta en escena de la ruptura. El municipio costero acogió ayer, como agua de mayo, la reanudación de las obras de la variante de la localidad -reivindicación histórica del pueblo de Benissa tras nueve años de paralización del proyecto- y que se presentaron por todo lo alto con la presencia de numerosos cargos públicos, la inmensa mayoría del PP, y con la única intervención oficial de la vicepresidenta del Gobierno de España, Soraya Sáenz de Santamaría, que acudió a la localidad vestida con un llamativo vestido rojo acompañada del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, con tonos oscuros pese al calor.

Para no empañar el acto público y convertir al gobierno del PP en el centro e impulso de las obras de la variante de Benissa, la número dos de Mariano Rajoy pasó por alto con una escueta atención a los medios asuntos de trascendencia para la Comunidad Valenciana como el decreto del plurilingüismo o la infrafinanciación de esta autonomía. Respecto a este asunto se limitó a recordar que el miércoles los expertos que analizan la reforma del sistema de financiación autonómica y local deben exponer sus conclusiones «como paso previo para empezar un debate político» y reclamó «empatía» y «colaboración entre las tres administraciones». La vicepresidenta admitió que la cuestión de la financiación es «muy importante» para la Comunidad, la cual representa, dijo, «cohesión social» y «crecimiento». «Debe seguir siendo un referente nacional en términos de empleo y de atracción de inversiones y turismo», sostuvo, y destacó que Fomento tiene «un compromiso en el diseño presupuestario para incrementar los recursos para que la Comunidad Valenciana mantenga ese bienestar y esa mejora». Las referencias a los presupuestos no sentaron nada bien en el Consell.

De hecho, desde el área de Presidencia no se vio con buenos ojos que un acto como el de ayer se utilizara para que el PP, que movió todo un desembarco de cargos, sacara pecho en unas obras que no son nuevas, sino una reanudación, y que lo hicieran por todo lo alto en una comunidad autónoma que está a la cola en la inversión por habitante en las cuentas estatales de 2017.

Por ese motivo, ninguna de las principales autoridades de la Generalitat Valenciana estuvo ayer en el acto de Benissa pese a estar invitados por el área de Protocolo. Aunque los motivos oficiales fueron otros, los oficiosos dejaban ver que existe gran malestar con el Gobierno Central.

El jefe del Consell, Ximo Puig, asistió a un evento en el puerto de Valencia y la Consellera de Vivienda, Obras Públicas y Vertebración del Territorio, Maria José Salvador, no acudió por motivos de salud, según señalaron fuentes de la Generalitat. Tampoco se dejó ver el delegado del Consell en la provincia de Alicante, Esteban Vallejo. Sólo asistieron el secretario autonómico de la Conselleria de Vivienda y Obras Públicas, Josep Vicent Boira, y el director general de Transporte y Movilidad, Carlos Domingo, convirtiendo así la presencia del Consell en una representación de segundo orden.

Y tampoco fue en son de paz. O al menos ambos dirigentes aprovecharon para hacer política. Boira exigió al Ministerio de Fomento, una vez concluido el acto, un plan para que se aborden «de forma urgente» las conexiones entre la AP-7 y la N-332.

El secretario autonómico aseguró que esta obra es «necesaria», pero lamentó el «clamoroso retraso» que ha ido acumulando la infraestructura. Ante este enquistamiento de los trabajos pidió al Gobierno Central «rebajar el exceso de triunfalismo» porque se trata de obras que ya aparecían durante muchos años en los Presupuestos Generales.

Sin embargo, el gran malestar del Consell se enfocó ayer en el delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Juan Carlos Moragues, presente junto al resto de autoridades. Fuentes consultadas del gobierno valenciano arremetieron contra Moragues por «aprovecharse» de actos institucionales convertidos en «autobombo partidista» en los que el delegado saca pecho pese a no haber salido en defensa de unos mejores presupuestos para la Comunidad Valenciana.

Y en medio de este rifirrafe otro de los puntos que marcó la jornada en Benissa fue el veto del PP a que el alcalde de la localidad, Abel Cardona, participara en el discurso oficial. Cardona, de Reiniciem, gobierna en la localidad desde el pasado enero junto al PSPV y Compromís. El voto del concejal de Cs tras la dimisión del exalcalde, Juan Bautista Roselló, actualmente jefe de Gabinete del Presidente de la Diputación, César Sánchez, otorgó el poder a un bloque de izquierdas en el municipio tras 17 años de gobierno popular.

La gran sonrisa del exalcalde, uno de los últimos cargos del PP en abandonar el recinto, chocó fuertemente con las pequeñas muecas del actual regidor, rodeado en todo momento por los altos cargos del PP, y que tildó su veto a participar en el discurso oficial de «falta de respeto al pueblo de Benissa». «Les guste o no el alcalde es la primera autoridad del municipio», sostuvo ayer Cardona en declaraciones a los medios. En conversaciones no oficiales, comentó que si el alcalde hubiera sido del PP hubiera hecho alguna intervención «con toda seguridad».

Según fuentes de la Alcaldía de Benissa se recibió por parte de Fomento y Protocolo de la Delegación del Gobierno la invitación con el funcionamiento del acto, al que también estaban invitados, además de Presidente y consellera, los portavoces parlamentarios de las Cortes Valencianas y sus diputados.

Al ver que solamente intervenía Soraya Sáenz de Santamaría, Cardona solicitó intervenir en el evento pero no le dejaron, según ratificó ayer el alcalde. El regidor relató que recibió una llamada horas antes para limpiar los accesos a la zona donde se iba a poner el stand desde el que habló la vicepresidenta y quitar unos contenedores «para dejar bonita la zona». «Ahí sí que contaron conmigo», dijo.

El primer edil, para quien el acto de ayer tuvo un tono «claramente partidista», valoró la reanudación de las obras en positivo, pero añadió que estos trabajos «arreglan solo solo un trocito del problema». «Seguimos sin comunicarnos bien con la comarca ni con Valencia, solo queda nuestro coche particular y pagar peaje», dijo. Junto a Cardona pudo verse a otros miembros del equipo de gobierno municipal así como a prácticamente todos los concejales del PP de Benissa.

El hecho de que la primera autoridad municipal de Benissa no interviniera en el discurso oficial también cayó como un jarro de agua fría en el Consell.