Hubo una época de más de dos décadas -desde 1993 hasta 2015 para un total de seis elecciones generales consecutivas- en la que el PP de Alicante contó con un cabeza de lista que aterrizaba para los quince días de la campaña y ya no volvía hasta pasados los cuatro años. ¿Su nombre? Federico Trillo. Ahora se cumplen doce meses completos de la legislatura que desembocó en la vuelta de Mariano Rajoy a la Moncloa. Y José Manuel García-Margallo, número uno en el Congreso por Alicante desde las fallidas elecciones de la Navidad de 2015, no sólo rindió cuentas, a diferencia de Trillo, de la labor que ha desplegado hasta ahora en Madrid -otra cosa es lo que haga en el futuro- sino que además, como es habitual, no dejó indiferente a nadie: reconoció que los salarios medios de los trabajadores deberían ser más altos, admitió la falta de inversiones y el problema de financiación de la Comunidad y la provincia, alertó contra la corrupción, vaticinó que al final quizá no haya «brexit» con el impacto que esa decisión puede tener en Alicante e, incluso, propuso una salida al desafío soberanista de Cataluña, un mercado clave para nuestros empresarios. Ahí queda eso.

Ya fuera del Gobierno y con posiciones de evidente discrepancia tanto con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría como con Cristóbal Montoro en grandes asuntos, Margallo suele contestar a lo que se le plantea. Y entra a todos los palos, como volvió a evidenciar durante una comparecencia en la sede provincial del PP a la que acudieron el coordinador provincial, Rafa Candela; casi todos los diputados -únicamente faltó Gerardo Camps-; y sólo una senadora: Asunción Sánchez Zaplana frente a las ausencias de Adela Pedrosa y Agustín Almodóbar. ¿Situación laboral? Ha mejorado, vino a decir, pero sin embargo abogó por dar un empujón a los salarios medios que, más allá incluso de la tesis oficial del Gobierno, consideró que son «extraordinariamente bajos». ¿Regeneración democática? Fue muy nítido Margallo con la corrupción, en un momento en el que PP tanto en Madrid como en la Comunidad y en Alicante sigue pendiente del «goteo» de casos que le afectan. «O acabamos con la corrupción; o la corrupción acabará con nosotros», proclamó sin ambages el número uno popular.

¿Déficit de inversiones y de financiación de la provincia y de la Comunidad? Tampoco se mordió la lengua Margallo en el tema clave de la agenda política valenciana. Un asunto, aunque ni siquiera lo citó, que evidencia la distancia entre el número uno del PP por Alicante y a su excompañero de gobierno Cristóbal Montoro. Aprobado el presupuesto para este año que recorta la inversión en la Comunidad en un tercio y la reduce casi a la mitad en la provincia, ahora los focos apuntan a 2018. «Espero que vaya un poco mejor», confesó Margallo antes de subrayar que cuando se aprobaron los presupuestos ya aseguró que la Comunidad y, en particular, Alicante sufren una «sistemática discriminación en la financiación». A la espera de una reforma del sistema -disparó a Montoro- que ya se tenía que haber ejecutado «hace tiempo», este desequilibrio se debería compensar con inversiones. Algo que -pese al avance del Corredor Mediterráneo en un gasto superior al que ha realizdo la Generalitat- no se reflejó en estos presupuestos, dejó caer con naturalidad el exministro de Exteriores.

Tampoco se quedó sin dar su opinión el número uno del PP, considerado siempre un verso suelto con criterio propio dentro del partido, sobre otros dos asuntos que pueden tener un impacto directo en la provincia: la negociación del «brexit», cuestión que puede afectar a las exportaciones alicantinas y, desde luego, a la importante colonia de británicos -la más grande de toda España- asentada en el territorio provincial; pero también la resolución del desafío soberanista en Cataluña, nuestro segundo mercado comercial y en el que, vaticinó, se van a suceder los acontecimientos a partir de la segunda quincena del próximo mes de agosto.

¿Reino Unido? Margallo sugirió una hipótesis inédita: que pueda haber una «marcha atrás» en la salida de la Unión Europea (UE) y se convoque un nuevo referéndum en el Reino Unido después de haber finalizado las negociaciones. «Yo no lo perdería de vista», dijo durante su comparecencia. Europa, según Margallo, ha conseguido, de esta manera, que se hable de los derechos de los británicos en la Unión Europea, algo especialmente importante para la provincia. Sobre la futura relación comercial, cree Margallo que habrá varias opciones aunque sugirió que Reino Unido, quizá, se decante por un modelo similar al de Canadá. Un acuerdo comercial con exenciones arancelarias «prácticamente en el 95% de los sectores», lo que supondría que no afectaría a las exportaciones alicantinas.

¿Cataluña? El exministro es un gran conocedor de la realidad catalana y es uno de los dirigentes del PP que mantiene contacto con el mundo independentista. Cuando más resuenan los cañones, mejor tiene que funcionar la diplomacia. Margallo alertó de los riesgos que afronta Cataluña y rechazó por completo que se pueda celebrar el referéndum. Pero sí abogó, otra carga de profundidad sin citar a nadie ante el inmovilismo del PP, por abordar «el evidente problema de desafección que existe entre una parte de Cataluña y España. Haríamos bien en analizarlo». Como alternativa propuso activar una reforma de la Constitución, una ley para garantizar la protección y el uso de las lenguas del Estado, aplicar el apartado del Estatuto que iguala la inversión del Estado al PIB de Cataluña y modificar el sistema de financiación. «Y para todo eso ya estamos llegando tarde», alertó Margallo para concluir con sus «perlas».