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Unas primarias a cara o cruz

El presidente Puig y el candidato «sanchista» Rafa García se presentan para liderar el PSPV en un proceso a cara de perro y de fuerte tensión

Presentación de Ximo Puig en el Botànic.

Serán unas primarias a cara o cruz. De susto o muerte. Con un enfrentamiento a cara de perro. No hay término medio. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y el alcalde de Burjassot, Rafa García, candidato de los «sanchistas» y el hombre elegido por Ferraz con el beneplácito de Pedro Sánchez para apartar a Puig de la dirección del partido, se retaron ayer de forma pública en una votación que enfrentará de forma directa nada menos que al «aparato» socialista del Consell con la dirección federal del PSOE. O cae derrotado un jefe de un gobierno o el recién elegido líder socialista cosecha su primera derrota. Un movimiento de la nueva cúpula surgida del congreso celebrado el pasado fin de semana que ha generado perplejidad entre dirigentes socialistas de media España y en círculos mediáticos de Madrid, donde no se entiende que Sánchez intente desestabilizar al presidente del segundo ejecutivo más importante en manos de los socialistas.

Tanto el jefe del Consell como el aspirante que cuenta con el aval de Ferraz intentaron dar un golpe de efecto con sus presentaciones. El presidente de la Generalitat recurrió al simbolismo del Jardí del Botànic en València, el mismo escenario en que firmó el pacto de gobierno que sustenta el Consell junto a Compromís y Podemos. Se rodeó, además, de dirigentes como el síndic en las Cortes, Manuel Mata; la consellera Carmen Montón, cuya relación con Rafa García, alcalde de su pueblo, se ha agriado y quedó fuera de la ejecutiva federal; y el alcalde de Torrent, Jesús Ros, localidad en la que nació José Luis Ábalos, secretario provincial de València y ahora mano derecha de Pedro Sánchez como secretario de Organización del PSOE. Todos ellos dieron su respaldo a Sánchez frente a la andaluza Susana Díaz pero ahora están con Puig. También participaron en la convocatoria, entre otros, el presidente de la Diputación de València, Jorge Rodríguez; el líder del PSPV en Castellón y secretario autonómico de Turismo, Francesc Colomer; el portavoz socialista en la Diputación de Alicante y alcalde de Xàbia, José Chulvi, y la diputada y hasta ahora número dos de la dirección provincial, Toñi Serna.

En una conversación hace unas horas con Puig, el síndic parlamentario Manuel Mata explicaba de forma gráfica el escenario tan complicado al que se enfrenta el PSPV con un hemiciclo en el que todo se tiene que negociar -nadie tiene mayorías y se necesitan combinaciones de tres fuerzas- y en el que el grupo parlamentario, ojo, depende directamente de la cúpula de Blanqueries. «¿Llamo al Palau o al partido para ver lo que hacemos con una ley o con un asunto concreto?», apuntaba Mata, un reconocido miembro de la corriente Izquierda Socialista. La primera decisión de la nueva ejecutiva, salga elegido un candidato u otro, tiene que ser ratificar o relevar al portavoz parlamentario que, en estos momentos, es un puesto clave para el engranaje del gobierno. Pero que, sin embargo, quedaría en manos de la nueva ejecutiva con el impacto que eso podría tener en la estabilidad del Botànic. Un problema de primera magnitud que afectaría de forma directa a la gestión del «día a día» de la Generalitat.

Rafa García, alcalde de Burjassot y rival de Puig, también buscó ganar visibilidad. Arropado en Blanqueríes -la sede socialista ahora en venta en una operación que, probablemente, se podría paralizar si ganan los «sanchistas»- por miembros de la ejecutiva federal como el ilicitano Alejandro Soler y la castellonense Susana Ros; un buen número de alcaldes del área metropolitana de la capital del Turia; o militantes de la absoluta confianza de José Luis Ábalos como la diputada Mercedes Caballero. Mitin ante la fachada de la sede socialista en València ante militantes que se habían congregado a las puertas y que obligaron al candidato a dejar la sala que le habían reservado para realizar su presentación. Los «sanchistas» esperan que la ola que empujó a Pedro Sánchez a ganar claramente las primarias en la Comunidad -cerca de 40 puntos de diferencia- sirva para acabar con el liderazgo de Puig al frente de los socialistas valencianos, un mandato que consiguió en 2013 tras derrotar a Jorge Alarte.

Ahora arrancará la primera prueba de fuego de este proceso. A partir de mañana y hasta el 2 de julio, los dos aspirantes podrán iniciar la recogida de avales. Necesitan el 10% de las firmas de los afiliados. Algo menos de 1.800, según confirmaron fuentes de la secretaría de Organización del PSPV. Como se recordará, la escasa diferencia que se registró durante la recogida de avales entre Susana Díaz y Pedro Sánchez se convirtió en la catapulta que impulsó al madrileño en las primarias. Ese pulso, a la vista de lo ocurrido hasta ahora, será clave para el proceso que culminará con las primarias el 16 de julio y dos semanas más tarde con el congreso que se celebrará en IFA. Si el resultado es ajustado, la pelea por los delegados en las asambleas será muy dura en tanto que podría condicionar el porcentaje de apoyo a la nueva ejecutiva.

Y, efectivamente, los dos bandos consideran que el cómputo puede decantarse por un escaso margen, lo que podría dejar un partido fracturado en dos mitades y obliga a una campaña a cara de perro y casi voto a voto. A favor del presidente de la Generalitat, la falta de unanimidad dentro del «sanchismo» sobre la candidatura de Rafa García, la imagen de «dedazo» que está trasladando Ferraz -Puig va a jugar la carta de reforzar la independencia del proyecto del PSPV- y las dudas de referentes del partido como, por ejemplo, de Andrés Perelló, también en la nueva dirección de Pedro Sánchez. A favor de Rafa García, el empuje que provocó el cambio en Ferraz, la clara derrota de la candidatura que defendía el jefe del Consell en esas primarias, el relato de su participación en el movimiento que desembocó en la dimisión de Pedro Sánchez e, incluso, el proceso para elegir candidato a la Generalitat en las que el grupo de Toni Gaspar sacó un 35% frente a Ximo Puig.

La batalla interna de los socialista preocupa en Compromís, socio de Puig. Y mucho. Electoralmente quita el foco de tensión a la coalición de Mónica Oltra pero perjudica la gobernabilidad que, subrayan, está garantizada. Así y todo, el jefe del Consell recibió respaldos de destacados dirigentes valencianistas. «Si no gobernáramos con el PSPV, no diría nada. Pero debilitar el gobierno, debilitando al presidente es irresponsable», lanzó en Twitter Enric Nomdedéu, número dos de Economía y antiguo líder de Compromís en Castellón que recoge el sentir de buena parte de la coalición.

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