El próximo mes y medio va a ser muy complicado para el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, que tendrá que atender su actividad institucional al frente del Consell y a la vez afrontar una durísima campaña interna contra Rafa García, alcalde de Burjassot y el candidato de los «sanchistas» en la batalla por el control del PSPV. «Bonig va a tener en Ábalos a su mejor aliado», ironizaba un importante dirigente próximo al presidente de la Generalitat en una frase que ilustra el nivel de ruptura en la que está sumido el socialismo valenciano. Puig afronta el proceso desde una posición de debilidad y en minoría después de la clara derrota en las primarias entre Susana Díaz, a la que apoyaba el jefe del Consell, y Pedro Sánchez, con unos cuarenta puntos de diferencia entre ambas candidaturas. «Hay mucha agua en la piscina», apuntaban los «sanchistas» para justificar las opciones de la lista de Rafa García.

Cargos socialistas alineados con el «sanchismo» creen que, en estos momentos, la única salida que tiene Ximo Puig es retirarse y renunciar a su reelección para evitar una batalla que afecta a la Generalitat. Estarían dispuestos a concederle la presidencia del partido o a negociar sobre la base de quitarle el control de la secretaría de Organización. Le respetarían al frente del Consell y también como cabeza de lista en las próximas autonómicas. Pero la confección de las candidaturas para las elecciones de 2019 está en el horizonte. Puig no se va a mover. Sigue dispuesto a optar a la secretaría general del PSPV. El presidente de la Generalitat no ve ningún motivo para la retirada, considera que el partido está ahora mejor que cuando llegó y está convencido de que muchos de los que optaron por el nuevo líder del PSOE frente a Susana Díaz ahora cambiarán de postura y le apoyarán como Manolo Mata.

El órdago es de proporciones mayúsculas. Una derrota de Puig desautorizaría nada menos que al presidente de la Generalitat y un resultado ajustado deja un partido, igualmente, fracturado por completo. La organización contra las cuerdas y lo que es peor el gobierno también. Demasiados frentes abiertos. Mientras el PSPV se desangra, el congreso arrancó con casi una hora de retraso, con un baño de masas de un Pedro Sánchez aclamado y vitoreado por los militantes y, precisamennte, sin el anfitrión? del PSPV. Cierto es que José Luis Ábalos, secretario provincial de València y nuevo jefe del «aparato» de Ferraz, tiene un papel de enorme relevancia. Pero también es verdad que una de las ausencias más sonadas fue, sin duda, la de Ximo Puig, que como se recordará había renunciado a su elección como delegado por Castellón. Al jefe del Consell le vino de «perlas» la victoria del València Basket frente al Real Madrid en la final de la liga. Por la mañana estuvo en Almassora. Por la tarde recibió a los campeones y, posteriormente, cogió un AVE para llegar a la villa y corte antes de la cena. Hoy, en principio, sí estará en la clausura, que huirá del formato clásico para convertirse en un gran mitin Se ahorró el «trago» de una primera jornada en la que sólo recibió mensajes negativos. Ahora empieza la verdadera batalla.