A Ximo Puig le quieren mover la silla al frente del PSPV. Aún es pronto para saber si se la quitarán o, al final, se la dejarán aunque sea con las patas prestadas. Pero el presidente de la Generalitat está dispuesto a resistir ese envite y tiene decidido mantener su candidatura para un segundo mandato al frente de los socialistas valencianos, como había anunciado. A pesar de haberse quedado claramente en minoría en la federación con la rotunda victoria de Pedro Sánchez frente a Susana Díaz -opción avalada por Puig- en la Comunidad, el titular del Consell está dispuesto a ser «sensible» con la realidad interna del partido pero cree que, en estos momentos su principal objetivo pasa por buscar una solución que no debilite la Generalitat y eso, explicaron fuentes del entorno del presidente, pasa por la continuidad de Puig para garantizar que, efectivamente, exista una unidad de acción entre la cúpula socialista y el despliegue del conjunto de la actividad institucional.

La magnitud de la victoria de Pedro Sánchez en la Comunidad con más del 63% de respaldo, sumando más votos que los avales que registró e imponiéndose en los tres territorios con una resultado, si cabe, más contundente en València, pone a Ximo Puig en una situación muy delicada. El presidente de la Generalitat, con todo el «aparato» de Blanqueries y los altos cargos de la Generalitat apoyando a piñón a la andaluza Susana Díaz, se apresuró ayer a ofrecer «lealtad» a Pedro Sánchez. Lo cierto, sin embargo, es que la relación entre ambos está completamente rota desde que Puig fuera uno de los 17 miembros de la ejecutiva federal que firmaron su carta de dimisión para forzar su salida hace ahora ocho meses del mando de Ferraz, puesto al que ahora retorna Sánchez. Ni hay «feeling» ni una comunicación por cortesía. Nada.

En cualquier caso, el jefe del Consell, a pesar de un resultado tan adverso, considera que no hay motivos para intentar separar el mando del partido del poder institucional, pide que se «respete» a los alcaldes aunque hayan perdido la votación en sus agrupaciones como ha ocurrido en Alicante o Elche y está dispuesto a integrar a todos para tratar de evitar una confrontación en el PSPV, que celebrará las primarias para elegir secretario general en un mes y medio y dejará el congreso para finales de julio. Puig se someterá a esa elección en la que los militantes tendrán que decidir. Durante una declaración convocada por urgencia en las Cortes y en tono conciliador, Puig emplazó a los socialistas a «mirar hacia delante» y a trabajar «desde la lealtad para implantar en un futuro las políticas progresistas que desde hace dos años ya se están haciendo en la Comunidad». «No se ha producido ninguna diferencia durante los últimos años desde el último congreso. Es un proceso inclusivo, donde todo el mundo participa y que no es trasladable», explicó Puig para tratar de separar este conflicto interno de la elección del nuevo líder del PSPV en una comparecencia a la que acudió con su síndic en las Cortes, Manuel Mata, militante de Izquierda Socialista y que ha votado a Pedro Sánchez. «No hay ninguna razón para una alternativa», explicó el presidente de la Generalitat a este periódico. Puede, incluso, que Ximo Puig «salve» la secretaría general pero en una situación tan precaria que tenga que ceder la mayoría de la ejecutiva y aceptar que le impongan un proyecto político en la ponencia diferente al que ahora quiere impulsar.

Frente a eso, sin embargo, los «sanchistas», especialmente en la provincia de Alicante, exigen cambios de calado en el próximo congreso del PSPV y consideran que, junto a la apertura de la cúpula del partido para «consultar» las grandes decisiones, uno de los puntos podría pasar por separar la presidencia de la Generalitat de la secretaría general para generar nuevos liderazgos dentro del partido. Puig se niega en redondo. Seguidores de Pedro Sánchez sugieren, aún de puertas hacia dentro, la posibilidad de presentar directamente una alternativa al jefe del Consell pero también apuntan la opción de que se pueda negociar una candidatura de consenso. Una alternativa para la que, incluso, sugieren el nombre del presidente de la Diputación de València y alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez, como nuevo líder del PSPV. Sería una fórmula, dicen, que ofrecería un giro en la imagen externa y la evidencia de que hay abierto un proceso de renovación acorde con la victoria de Sánchez en Ferraz.

El secretario provincial de València y «hombre fuerte» de los sanchistas en la Comunidad, José Luis Ábalos, que suena para un puesto de relevancia en el grupo parlamentario del Congreso o incluso para la secretaría de Organización, admitió la necesidad de «cambios» con un mayor nivel de colaboración y pidió una «reflexión» en el PSPV. Pero, a la vez, trató de desvincular el claro triunfo de Pedro Sánchez de una operación para derrocar al presidente de la Generalitat del mando de los socialistas valencianos. Sin embargo, Adriana Lastra, mano derecha de Pedro Sánchez y a la que muchos cargos socialistas colocan al frente del grupo en el Congreso, consideró durante una entrevista en Onda Cero que hay «barones» territoriales, entre los que citó a Puig, que deberían «pedir disculpas». «Lo que ayer dijo el partido en su conjunto es que o volvéis a representarnos o vais a dejar de hacerlo», les advirtió.

Al presidente de la Generalitat, en estos momentos, lo que más le preocupa es la estabilidad institucional no sólo por la crisis socialista sino también por los cambios que se avecinan en Podemos con la llegada a la secretaría general de Antonio Estañ, dispuesto a obligar a Ximo Puig a someterse a una cuestión de confianza en las Cortes coincidiendo con la mitad de la legislatura. Hasta la vicepresidenta Mónica Oltra, líder de Compromís, salió al rescate de Ximo Puig para asegurar que el tropiezo de las primarias no afectaría a la acción de la Generalitat. Una iniciativa política que el jefe del Consell está dispuesto a reforzar con un discurso nítido, aún más, si cabe, de los temas clave para la agenda política valenciana como la financiación o el Corredor Mediterráneo.