La visita el pasado lunes de la vicepresidenta de la Generalitat a la Diputación de Alicante ha suavizado la tensión entre ambas instituciones y ha roto la absoluta incomunicación institucional que existía entre ambas desde hacía casi dos años, aunque el dirigente del PP y el jefe del Consell, Ximo Puig -que todavía no ha pisado el Palacio Provincial- todavía no han limado asperezas. La apertura al diálogo entre Oltra y Sánchez, algo que sellaron con sus palabras públicas y la foto oficial, es tan genérica y poco explícita que no compromete a nada, pero sirvió para presentar a una Mónica Oltra que jugó el papel de mujer de Estado y a un César Sánchez alejado de la guerra política en la que él y su equipo de gobierno llevan inmersos casi dos años. Lo cierto es que al final la primera reunión institucional entre Consell y Diputación tras la sequía comunicativa y la relación de tensión ha sido entre Oltra y Sánchez, no entre este último y el presidente Puig.

El acercamiento de la vicepresidenta al Palacio Provincial, que fue recibida con todos los honores, fue reconocido internamente por el presidente de la Diputación. Ella le agradeció haber sido recibida como una «molt honorable» y él le contestó que no cabía menos, que había tenido la firmeza de reunirse con él pese a todo. Así lo cuentan fuentes cercanas a Sánchez, amigo de Mónica Oltra desde hace años por la etapa del dirigente provincial en Valencia como asesor del expresidente de la Generalitat Francisco Camps.

La visita de Oltra tenía cierto halo de mirada hacia el futuro, especialmente por parte de Oltra, con tres diputados en la institución provincial que están suponiendo un verdadero dolor de cabeza al PP, especialmente al convertirse su portavoz, Gerard Fullana, en el azote de Sánchez en la Diputación.

Entre las decisiones estratégicas había una lectura clara por parte de la vicepresidenta: presentar un decreto de coordinación al presidente Sánchez similar al de Turismo y Deportes que tanto rechazo generó en el PP, pero venderlo como una medida fruto del diálogo. César Sánchez, que aceptó el lunes crear junto al Consell la mesa técnica de trabajo en materia social que negociará la gestión de la política social de la provincia, dio el sí quiero a un documento que está ya prácticamente perfilado y que ya cuenta con medidas concretas, como asumir la gestión social en municipios de menos de 10.000 habitantes, restar ese dinero de la deuda histórica que reclama la Diputación o someterse a auditorías para justificar la financiación que reclama para organismos como el Hogar Provincial o el Doctor Esquerdo. Mostrarle el camino a Sánchez: es por aquí. Esa fue la gran estrategia de Oltra con su visita el lunes. No obstante, Sánchez, que asume el camino mientras prepara su siguiente paso, no dudó en reconocer ante Oltra en privado que al menos su decreto no venía precedido por la fórmula de la imposición de los defendidos por el PSOE.

Si no fuera por la guerra desatada a vueltas de la comisión de investigación de la Diputación, que se ha cerrado por los populares con duras críticas al portavoz de Compromís, esta semana hubiera servido para destensar un poco la cuerda entre PP y Compromís. Por un lado, se ha alcanzado cierto contacto con el Consell a través de la reunión con la vicepresidenta y, por otro, conversaciones entre diputados populares y los de la coalición de izquierdas están fraguando un posible pacto para cambiar el modelo de adjudicación de las subvenciones.

Modelo de adjudicación

El diálogo para acabar con las ofertas a la baja por precio en las adjudicaciones de obras está adelantado. Compromís pedía un pacto en una nota de prensa emitida el viernes para «transformar el modelo de reparto en favor de los pueblos y empresas» así como la creación de una mesa de diálogo para que ese cambio se pueda producir en 2018. Encuentros entre ambos grupos para llegar a ese acuerdo ya se han producido a lo largo de las últimas semanas.

Ahora está por ver si a César Sánchez le dejan tomar acuerdos desde su propio partido. El presidente cuenta entre su grupo con un abanderado de la guerra con el Consell, Carlos Castillo, hombre del presidente provincial del PP, José Císcar, quien volverá a repetir con toda probabilidad al frente de los populares.