Isabel Bonig consiguió lo que venía persiguiendo desde hace tiempo: ratificar en una urna el liderazgo «a dedo» que heredó tras la dimisión de Alberto Fabra por mandato de Génova. Pero lo hizo, sin embargo, por la vía de unas primarias -la primera vez que el PP recurría a este sistema- de perfil bajo, muy a tono con el temporal que azota estos días la Comunidad. Un proceso gris, marcado por la indiferencia de los afiliados... y además, al final, sin rival. Bonig llegará al congreso, marcado para el 1 y el 2 de abril en Valencia, como candidata única después de sumar el respaldo de los militantes que desafiaron al mal tiempo para acudir a las urnas ubicadas en 200 sedes -53 en la provincia- y, sobre todo, tras la retirada de José Luis Bayo, el antiguo dirigente de Nuevas Generaciones que se había postulado como alternativa en un proceso concebido a mayor gloria de Bonig y que pegó el portazo entre acusaciones de «juego sucio».

Los afiliados del PP ya habían mostrado su indiferencia con este nuevo sistema de elección cuando se los obligaron a «apuntarse» a un censo especial para este congreso. Apenas unos 8.500 -algo más de 3.000 de la provincia- mostraron su disposición a votar con el pago de su cuota. Apenas el 6% de los 150.000 afiliados -la mitad de ellos en Alicante- que el PP de la Comunidad asegura tener respondieron a esa llamada. Pero es que durante la jornada de votación de ayer, además, ese desinterés se confirmó. Participaron 6.824 militantes. Y a Isabel Bonig le votaron un total de 6.645 de esos inscritos, 600 votos menos que el número de firmas que registró para validar su candidatura. La nueva presidenta del PP tiene el respaldo de menos del 5% de ese censo total de esos 150.000 afiliados. En la provincia de Alicante, finalmente, votaron un total de 2.324 personas -los populares dicen tener 75.ooo afiliados- de los que 2.301 optaron por la dirigente popular. Nadie le podrá reprochar a la presidenta del PP su interés, como apuntan fuentes del partido, por abrir los cauces de participación. Máxime cuando su victoria se daba por descontada. Sólo se trataba de saber el porcentaje que podría llegar a obtener. Pero, desde luego, el resultado final del proceso tampoco ha sido el que se esperaba. Ni mucho menos.

La cúpula popular, al margen del mal tiempo de la jornada de votación que afectó a las sedes populares de la comarca de l'Alacantí, alega, en todo caso, que el número de militantes que avala a Bonig supera de largo el millar de compromisarios que, en su día, votaron a Eduardo Zaplana en sus sucesivos mandatos o a Alberto Fabra en el último congreso que se celebró hace un lustro en la ciudad de Alicante. Eso es cierto. Pero también que los datos de movilización suponen un cierto fracaso, como reconocen numerosos cargos de la formación que culpan directamente a las ejecutivas locales de la desidia a la hora de explicar el proceso, lo que se ha traducido, subrayan, en una imagen de «falta de músculo» no se corresponde con la realidad que tiene el PP.

Consideran que para el congreso provincial y, sobre todo, para la batalla de las asambleas locales el número de participantes crecerá en la medida que se produzca una pugna por el control del partido. Pero, señalan, la elección del presidente regional se ha saldado con un desdén casi generalizado de los afiliados y con la evidencia de que los censos están «hinchados» hasta el infinito. Con todo, Isabel Bonig ya tiene la elección en el bolsillo. No es una presidenta «a dedo» por mandato de Rajoy. Ahora tiene el refrendo del PP, de acuerdo con los estatutos. Y, por tanto, aún con el fracaso de un sistema en el que los populares, desde luego, todavía no creen, la presidenta regional tiene vía libre y un cierto margen de calma para diseñar una ejecutiva a su medida, que ya es el único aliciente que le queda al cónclave que se celebrará en el Palacio de Congresos de València.

Todo apunta a que el núcleo principal seguirá en su puesto empezando por Eva Ortiz como coordinadora general. Sí habrá una importante renovación en el segundo escalón de la dirección -secretarías ejecutivas, de área y vocalías- en tanto que Isabel Bonig quiere premiar a una nueva hornada de cargos que está peleando en la labor de oposición al Consell de izquierdas como paso previo a empezar a diseñar una alternativa de gobierno. Con libertad para diseñar su nueva cúpula directiva, la líder del PP tendrá, incluso, tranquilidad en el debate del congreso. Una de las claves de la votación de ayer era saber si José Luis Bayo tenía alguna posibilidad de llegar al cónclave como candidato y, aunque sin opciones para la presidencia, plantear al menos en su discurso una batalla de corte político.

La alternativa de este antiguo presidente de Nuevas Generaciones se ha quedado, finalmente, en el ruído mediático y judicial. Bayo anunció su retirada una hora antes de abrirse las urnas al al considerar que el proceso no reunía «las mínimas garantías» democráticas y después de que un juzgado de València desestimara una demanda, presentada el día 7, por vulneración de derechos en la que pedía, además, que se suspendiera la votación. El ya excandidato seguirá adelante con el trámite judicial ordinario, aunque las medidas cautelares no fueron aceptadas. Pero con ese revés, Bayo optó por retirarse para evitar que Isabel Bonig le barriera. No tenía otra salida.