Sin acceso a los fotógrafos, a puerta cerrada y sin declaraciones. Así comió ayer alrededor de un centenar de destacados cargos socialistas de la Comunidad junto al secretario general partido y presidente de la Generalitat, Ximo Puig, y la titular del gobierno andaluz, Susana Díaz. El acto fue más allá de un simple encuentro para abordar cuestiones que interesan a ambas autonomías. Se produjo en plena carrera hacia el congreso federal del partido y con el defenestrado Pedro Sánchez ya en campaña interna.

Tanto Puig como Díaz quisieron sacar músculo ayer en Blanqueries. Convocaron a alcaldes, diputados y otros cargos del PSPV... y no pincharon. Al menos, en cuanto a la delegación alicantina se refiere. Tal y como ya informó este diario durante la pasada semana, acudió hasta el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, al que le une una relación especial con Pedro Sánchez. El también secretario general de la capital le defendió a capa y espada hasta su dimisión y se cansó de repetir el «no es no» al PP. Ayer, con todo, acudió a la llamada de Blanqueries y compartió ágape con dos de los barones que propiciaron la caída de Sánchez: Puig y Díaz.

Echávarri no fue el único cargo relevante que se desplazó a València desde tierras alicantinas. También estuvieron, según los datos recabados por este diario, dirigentes de peso como el alcalde de Elche, Carlos González; el primer edil de Elda y presidente de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias, Rubén Alfaro; el portavoz del grupo socialista en la Diputación, José Chulvi; la portavoz adjunta del PSOE en la institución provincial y concejal de Orihuela, Carolina Gracia; el alcalde de Rafal y diputado autonómico, Manuel Pineda; la primera edil de Cocentaina, Mireia Estepa; su antecesor en el cargo y ahora parlamentario en las Cortes, Rafael Briet; la diputada en el Congreso Patricia Blanquer; la secretaria de Organización de la formación en la provincia, Toñi Serna.. La delegación alicantina fue amplia. En ella no estuvo, como era de esperar, el líder socialista de la provincia de Alicante, David Cerdán, alineado con Pedro Sánchez.

Ninguno de los asistentes al cónclave de ayer pudo ser fotografiado en el interior de la sede socialista en València. «Ha sido a puerta cerrada», manifestó uno de ellos a este diario ya por la tarde. Tampoco hubo declaraciones públicas. Pero, ¿por qué? Fuentes socialistas lo explicaron de manera sencilla: muchos alcaldes temen que Pedro Sánchez termine consiguiendo en sus agrupaciones más votos que el rival oficialista -está por ver si Susana Díaz termina dando el paso y opta a liderar el partido-. Si se diera ese hecho y el primer edil de turno hubiese apoyado a otro aspirante, quedaría en entredicho y su liderazgo se vería mermado, agregan esas fuentes.

El resultado es el que se pudo ver ayer. Reunión a puerta cerrada y sin declaraciones. El que sí habló fue el secretario general del PSPV, que aprovechó su intervención para lanzar varios recados a Sánchez. Reclamó respeto en el proceso hacia el liderazgo del partido y negó de forma tajante que el PSOE haya dejado de ser un partido de izquierdas, tal y como ha proclamado el anterior secretario general federal.