El conseller Manuel Alcaraz tiene fama de hombre vehemente y sin dobleces en su trato. Lo traslada a su relación con otras personas a través del teléfono inteligente. El mensaje que el profesor alicantino de Derecho Constitucional dejó la mañana del martes en el grupo de WhatsApp de los diez miembros del Consell es prueba de cargo de este talante. El texto es tan directo que algunos receptores pensaron que se trataba de un error, que iba dirigido a algún miembro de su partido (Compromís).

Pero no. El conseller asegura que no hubo equivocación alguna, sostienen en su entorno, pero ha destapado la tensión interna entre Alcaraz y la titular de Sanidad de la Generalitat, Carmen Montón (PSPV), a cuenta del caso que rodea a uno de los principales colaboradores de esta, Ricardo Campos.

«Mónica [Oltra] debería pedir explicaciones. Esto es más grave que lo de [Mónica] Cucarella. La Montón me ha engañado». Son algunas de las frases vertidas por el conseller, según la información a la que ha tenido acceso este diario.

Los cítricos comentarios han escocido en otros departamentos. En especial, obviamente, en los despachos de la consellera de Sanidad y su equipo.

Colaboradores próximos a Alcaraz insisten, en la línea de lo señalado ayer por este periódico, que la intención única del conseller era expresar una preocupación sincera por las informaciones en torno a Campos y que no hay voluntad partidista alguna en sus palabras.

«Lo de Cucarella» hace referencia al caso en el que la entonces directora general de Internacionalización de la Conselleria de Economía, Mónica Cucarella, figuraba como apoderada de una gasolinera de su familia. El informe de Transparencia sobre aquella circunstancia fue fundamental para la salida de la alto cargo (de Compromís) del gobierno.

La sospecha en cargos socialistas es que, tras las salidas de la citada, Dolores Salas y Sandra Casas (designadas por la formación valencianista), el caso de Campos sería un contrapeso en las filas del PSPV a todas esas bajas.

De nuevo, el departamento de Alcaraz vuelve a estar implicado en el revuelo con respecto al subsecretario de Sanidad. La falta de información en GVA Oberta sobre la clínica de oftalmología que Campos regentaba desde 1980, que cerró al entrar en el Consell y cuyo local alquila desde poco después a una empresa de esta especialidad médica está en el origen de la polémica.

En Sanidad existen suspicacias porque consideran que Transparencia tenía la información suficiente para impedir que la bola de nieve creciera. La información del alquiler figuraba en la declaración de IRPF de Campos, que sí presentó, y la ausencia del dato en la declaración de bienes se debe a «un error» de transcripción al cumplimentar el farragoso formulario. Es lo que Montón y el propio Campos subrayaron el pasado martes, incidiendo en que no hubo nunca mala fe ni voluntad de ocultación de datos.

En Transparencia, sin embargo, aseguran que hay advertencias por escrito del problema desde hace meses -la dilación, según Sanidad, se explica por un problema de salud del subsecretario-, pero solo se solventó cuando la prensa entró en juego.

No obstante, el contexto cuenta en este embrollo. En la mesa de Campos está uno de los asuntos más espinosos y de más calado político de la legislatura: la reversión del modelo Alzira con la consiguiente finalización del contrato de Ribera Salud en 2018. La puesta en marcha del proceso de desconexión ha destapado la caja de los truenos y el número 3 de Sanidad asegura sentirse víctima de un «encarnizamiento».