Cuatro días pasaban desde que la expresidenta de las Cortes Valencianas, la segunda máxima autoridad de toda la Comunidad Valenciana, exconsellera de Turismo y exalcaldesa de Novelda conociera la sentencia que le condena a nueve años de prisión por los amaños de contratos de Fitur a las empresas de la trama Gürtel. Cuatro días en los que conciliar el sueño le habrá sido muy costoso, aunque quizás no tanto como la pasada noche, después de saber que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) acordó el ingreso en prisión de los cabecillas de la trama. La fiscal solicitó meter en la cárcel a los once condenados en la primera sentencia de Gürtel, de los que tres ya han pasado la noche en el centro penitenciario de Picassent. Habrá que ver qué pasa hoy con «la Perla», como era conocida en Novelda, quien ha sido citada en el tribunal autonómico que le anunciará si corre la misma suerte.

Por si acaso, ayer era un día para las despedidas y la finca del camino del Campet de Novelda donde Milagrosa Martínez tiene el chalé en el que reside, prácticamente sin vida social, junto a uno de sus hijos, era un espacio de silencio. Apenas un par de visitas y la de este periódico por si quería aclarar algo ante la opinión pública en el que podría ser su último día antes de ir a una celda.

Curiosamente, como si esperara a alguien, a las 13:20 minutos la propia Milagrosa Martínez abría la puerta de su casa a este diario tras escuchar el timbre. Asomando la cabeza por la única puerta de entrada a la casa se dio cuenta de que la visita no era la esperada y cerró rápidamente la entrada al tiempo que su perra salía a la calle rauda y veloz buscando aires de libertad. «Dana, ven aquí», le gritó cuando ya se había parapetado detrás de la puerta. Sus ojos caídos contrastaban con un pelo relativamente bien peinado para una política que decidió encerrarse a cal y canto en su vivienda de dos plantas tras los primeros escándalos que le ligaron a Gürtel. Finalmente, su hijo abrió de nuevo para recuperar a la perra y Dana volvió a meterse, cual animal fiel, en la parcela.

El preludio del TSJ

Minutos antes de las 14 horas, el TSJCV daba a conocer el resultado de la vistilla por la que el tribunal ordenaba el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza de los empresarios Francisco Correa, Pablo Crespo y Álvaro Pérez «el Bigotes» por apreciar riesgo de fuga, mientras que imponía medidas cautelares a otros tres condenados. Poco después, el hijo de Milagrosa, que reside con ella estos días, cambió el batín azul por una sudadera oscura y salía a la calle a pedir a este diario, con absoluta educación, que abandonase la zona. Preguntado por cómo estaba su madre tras conocerse que el tribunal ya había emitido el auto de prisión para tres de los once condenados, sólo pudo decir: «Está hundida». Respecto a si la defensa podrá recurrir el auto de prisión si éste se emitiera respondió que acababa de conocer la última decisión judicial y que todo en la vida es recurrible. «Mañana Dios dirá. Pero ahora necesita estar tranquila», dijo.

Su otro hijo es su gran apoyo en estos momentos. Vive en una parcela colindante con su mujer y su bebé. Pasadas las 16 horas a Milagrosa le visitó su nuera con su máxima alegría: su nieto, de tres meses. Milagrosa Martínez fue abuela primeriza recientemente, una de las pocas cosas buenas que le han traído los últimos años. Tan solo sus más allegados, entre los que se encuentran el que fuera su chófer, la mujer de la limpieza -y a la que hizo concejala- y unas pocas amigas le han trasladado su apoyo con su presencia en la vivienda, de la que Milagrosa no quiere salir.

En los días más señalados, como el viernes pasado cuando se conoció la sentencia que la condena a nueve años de prisión, o ayer, día que podría ser el último en libertad, la exconsellera apenas ha recibido a un puñado de seres queridos, lejos ya de los muchos que la adulaban en sus tiempos de «molt honorable» y apartada ya de la política y del Partido Popular, al que dejó dividido en Novelda entre afines a su continuidad y los que se negaban a la misma.

En el municipio, ayer, numerosos vecinos hablaban de «lo mal que lo tiene la Perla». Quien más o quien menos conocía de forma superficial que podía ir a la cárcel por «chanchullos» con la Gürtel. En el bar Parada, cercano al Ayuntamiento y donde solía desayunar en sus tiempos de alcaldesa la recordaban tanto los dueños como algún comensal.

Un camarero de otro bar explicó que aunque la gente comenta el asunto es « un poco tabú, porque al final habla gente que le ha votado con otra que cree que le ha hecho daño al pueblo», relató. «Profundizar esto en un bar es un polvorín», añadió, mientras que algunos clientes destacaron que «si la ha hecho que la pague, como lo pagan los pobres que no han sido políticos». Con su imagen de fondo en los telediarios, algunos destacaban la reputación que este asunto da a un pueblo ya «tocado» por la crisis del mármol.