Ximo Puig, secretario general del PSPV y presidente de la Generalitat, intervendrá hoy en la reunión del comité federal socialista que debe fijar el calendario para la elección de la nueva cúpula de Ferraz. Todo apunta a que las primarias para elegir al nuevo líder se celebrarán en el mes de mayo, el congreso que lo ratificará se podría convocar unas semanas después en junio y, finalmente, el congreso del PSPV, en el que Puig optará a la reelección, podría organizarse para finales de julio, antes de las vacaciones de verano. La dirección del PSPV no quiere eternizar el proceso de renovación de los socialistas valencianos y hará el congreso «lo antes posible».

Antes de llegar a ese punto, en cualquier caso, queda por determinar lo que pueda ocurrir en la pugna por el control de Ferraz, que es clave para ver si finalmente el proyecto socialista levanta cabeza y puede tener opciones de recuperarse de la peor crisis en sus 130 años de historia. El discurso de Ximo Puig ante el máximo órgano socialista, que está citado hoy en Madrid, evitará el debate de las fechas del congreso para centrarse en las cuestiones de «contenido». A pesar de que la tensión en el PSPV se ha reducido -algunos de los que eran afines a Pedro Sánchez, como el caso de Gabriel Echávarri, ahora esperan el nuevo rumbo que toma el partido-, el líder de los socialistas valencianos prefiere no remover esa polémica -ayer mismo una plataforma de militantes de l'Alacantí volvió a reclamar celeridad a la hora de celebrar el congreso- para centrarse en el proyecto que deben desplegar. «Esa es la clave. Podemos hacer un congreso cada mes, pero si no somos capaces de acertar con el contenido, no nos vamos a recuperar», apuntaron fuentes próximas a Ximo Puig.

Precisamente, el presidente de la Generalitat y secretario general del PSPV, de visita ayer en Alicante, consideró que «lo fundamental» que deben resolver los socialistas son los contenidos que se debatirán en ese congreso. Así, entiende que la cuestión sobre el cuándo celebrar el cónclave es «baladí» porque el problema no es «cronológico sino ideológico» y debe servir para recuperar «credibilidad» entre la ciudadanía.