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Un «tiburón» con ambición desmedida

Dicen en su partido que es ambicioso, preparado y hombre de futuro en el PP. Sin embargo, a Carlos Castillo otros le ven como un tiburón en soledad en la Diputación al no contar con firmes defensores mientras pone miras en sillones de poder, sin que se descifre si el ámbito de su aspiración es orgánico, provincial o municipal. El también diputado de Presidencia y portavoz del grupo popular en la institución compensa esas ausencias con el apoyo férreo del presidente provincial, José Císcar y otros cargos del partido. Su fama de piquito de oro viene fundamentada. Buen orador en los plenos, tiene gancho para ganar audiencias y resultar convincente. Es uno de los diputados más capaces a la hora de argumentar los discursos contra el Consell, ante el que está en guerra constante, algo que ha reflejado no solo en la Diputación, sino también en el Ayuntamiento de Alicante, donde es concejal. Arrogante para algunos, desenvuelto y hábil para otros, su figura como político es de las que no pasa desapercibida.

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