Es el más veterano de los vicepresidentes de la Diputación y el que atesora una experiencia institucional más dilatada con más de dos décadas tanto en el Palacio Provincial como en la alcaldía de su municipio. César Augusto Asencio (Crevillent, 1962) es el único que, de momento, no ha entrado en la batalla que se libra en el segundo escalón de la corporación. Y no parece que vaya a hacerlo. Perdió en su día el tren de la conselleria de Justicia. Y a estas alturas, no tiene ambiciones políticas de futuro. Excelente orador y artífice de la buena salud económica de la institución por encargo de Luisa Pastor durante el mandato anterior, el destino de Asencio tras las elecciones de 2015 como diputado de Cultura se consideró como un «retiro dorado» en un departamento de la institución provincial que tiene mucho brillo -controla sin ir más lejos el Adda o el Marq- y pocos problemas. Así que el papel del último representante de la vieja guardia del PP que queda en la Diputación encaja con el de un «hombre tranquilo».
