Sin una posición conjunta. Así afrontará el PSPV el decisivo comité federal que se celebrará mañana en la calle Ferraz y en el que se decidirá de una vez si el partido dice «no» a Rajoy o, por el contrario, facilita su investidura. Los miembros de la federación valenciana que forman parte de ese órgano de dirección llegan al cónclave con disparidad de criterios. Unos abogan por abstenerse, ya sea de manera técnica (los 11 parlamentarios que le hacen falta al PP) o toda la bancada socialista; mientras que otros, en su gran mayoría partidarios de Pedro Sánchez, insisten en no entregarle el gobierno en bandeja a los populares. Como motivo aducen los recortes y, sobre todo, la multitud de casos de corrupción que han salpicado a la formación de la gaviota durante los últimos meses y años. Algunos han sido de tal calibre que han terminado por imputar al propio partido. Y esta misma semana, por ejemplo, ha terminado como investigada la otrora todopoderosa Rita Barberá.

Pero, ¿qué opina Ximo Puig? No lo ha dejado claro todavía. Desde que se perpetró la salida forzada de Pedro Sánchez, en la que el propio Puig fue actor principal, el jefe de los socialistas valencianos daba un paso adelante, para dar poco después otro atrás. Es decir, un día abogaba de manera abierta por oponerse a un ejecutivo del PP, pero al día siguiente suavizaba ese discurso y dejaba abierta la puerta a la abstención.

Esta semana, sin embargo, el también jefe del Consell se ha mostrado más prudente. Ha esquivado valorar en qué sentido se posicionará mañana con una finalidad clara: no avivar la división interna en el PSPV. Y es que, según apuntan notables socialistas, Puig es más partidario de la abstención que de las terceras elecciones. Esa indefinición ha provocado críticas en su propio partido. Ayer mismo, el expresidente socialista de Castilla-La Mancha José María Barreda se mostró molesto con él de forma implícita. «Es mejor hablar y explicarse. Lo leal es decir lo que se piensa después de que haya habido un pecado de silencio en el PSOE» en los últimos meses por el escaso debate sobre qué postura adoptar ante la investidura una vez que se constató que no era posible el gobierno alternativo, dijo, en alusión a Puig, a la presidenta andaluza, Susana Díaz, y al jefe del Ejecutivo castellano-manchego, Emiliano García-Page. Ninguno de ellos ha evidenciado su posición, aunque en el PSOE se da por hecho que son partidarios de allanar el camino al PP de Rajoy.

De confirmarse mañana su voto favorable a esa abstención, Puig se toparía de manera frontal con destacados dirigentes del partido en tierras valencianas. Uno de ellos, el síndic del PSPV en las Cortes, Manuel Mata. El portavoz parlamentario ha reiterado esta semana la postura que ha venido manteniendo desde hace meses: no quiere un gobierno del PP bajo ningún concepto.

Otro cargo de relevancia que se ha postulado en términos similares ha sido el alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri. Siempre al lado de Pedro Sánchez, el también secretario general de la capital ha abogado incluso por pedir la expulsión del PSOE para aquellos dirigentes que apoyen un gobierno del PP.

Puig, consciente de la división interna, ha querido tender puentes esta semana y la ha dedicado a pasar consulta. Ha mantenido varias reuniones en clave interna y ha tratado de apaciguar el partido ante la tormenta que se avecina mañana en Madrid.