Jordi Pujol aterrizó en diciembre de 1993 en Valencia con cinco de los consellers de su gobierno. Fue también una cumbre de primer nivel. Incluso superior a esta de 2015 en cuanto a miembros del gobierno, ya que Carles Puigdemont se hizo acompañar ayer de dos compañeros de ejecutivo: el titular de Territorio y Sostenibilidad, Josep Rull, y el de Empresa y Conocimiento, Jordi Baiget. La elección tenía que ver con los puntos dominantes de la cumbre: el Corredor Mediterráneo, la relación empresarial, la financiación y el diseño de estrategias comunes de turismo.

De manera recíproca (igualdad protocolaria), Ximo Puig estuvo escoltado por los consellers de Economía, Rafael Climent, y de Obras Públicas y Vertebración del Territorio, María José Salvador. En clave política, suponen respectivamente un representante de Compromís y del PSPV. Otra prueba de que el equilibrio siempre es un importante en un gobierno bipartito.

No obstante, algunos echaron en falta a la vicepresidenta, Mónica Oltra. Su presencia hubiera dado más solemnidad al encuentro, argumentaban voces de Compromís en privado a pesar de que el entorno de Oltra señalaba que no existía malestar alguno.

Además, el presidente de las Corts, Enric Morera, tuvo un protagonismo destacado en el acto en el Saló de Corts del Palau e incluso abrió su casa, el hemiciclo que preside, al líder catalán antes de que tomara camino de regreso a Barcelona. Como la visita fue sorpresa, le tocó al propio dirigente del Bloc ejercer de guía y explicar algunos detalles históricos del Palau dels Borja.

Más sociedad civil

Si el desembarco de consellers fue superior en 1993 con Pujol (en alguna de sus visitas recuerdan en el Palau de la Generalitat que acudió acompañado de su hijo Oriol en una especie de ejercicios preparatorios para la sucesión), la cumbre de ayer ganó en la implicación de la sociedad civil, con rectores catalanes, presidentes de diputaciones y responsables de patronal y sindicatos en una delegación que se acercaba al centenar de personas.

Les esperaba una representación valenciana homóloga con la que compartieron media mañana en el Saló de Corts a razón de dos minutos por intervención sobre el corredor.

A la consellera le tocó después leer ante los dos presidentes el documento de conclusiones tras el encuentro entre el Foro Valenciano por el Corredor Mediterráneo y la Taula Estratègica Catalana del Corredor.

La principal es que el futuro de la infraestructura, una aspiración tan vieja que se remonta a los años 20 del siglo pasado, no se quiere dejar solo en manos de Madrid. La Comunidad Valenciana y Cataluña quieren tomar la palabra, desarrollar iniciativas conjuntas y «ampliar sinergias». Que la Moncloa tenga «más difícil justificar lo injustificable», afirmó Puigdemont. Pese a todo, la llave de la financiación, del Boletín Oficial del Estado y de las licitaciones continúa en Madrid, con un gobierno por ahora en funciones. ¿Hará mella la presión?