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Con líos desde el minuto cero

El «pucherazo», Covadonga Peremarch y el caso Belmonte, entre las polémicas más relevantes

Con líos desde el minuto cero

Aún no hace ni quince meses que la ciudad de Alicante conoció al primer «líder» de Podemos a nivel local, un tiempo corto y a la vez suficiente para que el partido de Iglesias haya atravesado numerosas crisis a nivel interno, fraguadas en una evidente falta de estructura organizativa. A día de hoy, desde Podemos en Alicante ha salido la primera tránsfuga de la formación en las Cortes valencianas y el primer caso de falta de «estética» a la hora de adjudicar contratos en una administración local. Sin embargo, los problemas de Podemos no se quedan ahí.

La polémica, de hecho, ha acompañado a la formación «morada» desde su nacimiento en la ciudad de Alicante. El choque de trenes entre el que fuera elegido secretario local de Podemos y hoy expedientado por manipular las primarias, Jesús Bustos, y la candidata alternativa a la Secretaría Local y hoy en el ojo del huracán por sus «operaciones» en el Ayuntamiento de Alicante, Nerea Belmonte, protagonizó la campaña previa a las primarias de la formación en Alicante. Un proceso electoral, del que meses después de celebrarse se supo que había vulnerado el código ético de Podemos. Y es que los oficialistas, con Bustos al frente, dieron un «pucherazo» para alzarse con el control del partido en la ciudad a escasos cinco meses de las elecciones municipales y autonómicas. La candidatura «oficial», que se atribuyó el apoyo de Iglesias, manipuló el censo para lograr un mayor número de votos y vencer a su rival, Nerea Belmonte.

En ese periodo entre que las bases eligieron a Bustos (enero) y que INFORMACIÓN desveló el «pucherazo» (junio) las guerra interna se recrudecieron hasta nivel difíciles de imaginar en una formación que nació del 15-M para acabar con las «formas» y el «fondo» llevados a cabo en los últimos años por el bipartidismo y con la promesa de liderar una «nueva política». Por lo vivido en Alicante en los últimos meses, la óptica no ha variado sustancialmente ni en el continente ni en el contenido.

Las luchas internas se convirtieron durante el pasado año en una auténtica «guerra civil» entre las dos principales facciones de Podemos en Alicante. Los críticos fueron sancionados por denunciar, en asambleas públicas y con descalificaciones de por medio, las prácticas de los oficialistas. Tras muchas batallas, la dirección nacional acabó por dar la razón al bando contrario a Bustos. La Comisión de Garantías nacional hizo bueno el dictamen autonómico y sancionó al «núcleo duro» de la cúpula alicantina, que intuyendo el recorrido de la sanción dimitió días antes de que se hiciera pública.

Pero el lío por el «pucherazo» tuvo más recorrido aún, ya que una de las sancionadas ostentaba (y ostenta) cargo público.Peremarch, pese a las directrices que le transmitió la dirección autonómica de su formación, decidió agarrarse al sillón en las Cortes Valencianas y continuar como diputada autonómica. Su decisión precipitó su expulsión de Podemos, pero le permite seguir cobrando de las arcas públicas pese a demostrarse su participación en el amaño del censo interno local. Así, con la joven Peremarch, de Podemos Alicante, surgió la primera tránsfuga de la legislatura en la Comunidad, un acto de rebeldía que tuvo trascendencia incluso a nivel nacional. La diputada, como «no adscrita», ocupa un sitio que en la legislatura pasada estuvo en manos de Rafael Blasco, que dejó el PP tras ser imputado (hoy condenado) por el caso Cooperación. Ella, a día de hoy, sigue negando que haya traspasado ninguna línea roja.

Contratos menores

Y tras el primer caso de transfuguismo en la Comunidad durante este mandato, Podemos también está protagonizando el «caso Belmonte». La edil «morada», que concurrió a las pasadas elecciones municipales en Alicante bajo la confluencia de Guanyar, ha saltado a primera línea mediática tras adjudicar contratos menores por servicios de comunicación, por un valor total cercano a los 17.000 euros, a una empresa creada poco después de que la edil tomara posesión y que tiene como socios a dos personas de su más próximo entorno personal y también político.

Esas polémicas adjudicaciones no gustaron desde un inicio en el seno del tripartito (formado por el PSOE, Guanyar y Compromís) que dirige Alicante desde el pasado mes junio. El alcalde, Gabriel Echávarri, y el portavoz del gobierno local, Natxo Bellido, exigieron su dimisión por la falta de «estética» en las contrataciones a la empresa «amiga», mientras que la asamblea de Guanyar, el pasado miércoles, votó de forma mayoritaria a favor de su salida del Ayuntamiento. Un resultado que se conoció minutos después de que Belmonte abandonase la reunión tras renunciar a su voto, alegando «falta de garantías» en el proceso. Por ahora, la concejala ha hecho oídos sordos a las peticiones de dimisión que le han llegado desde todos los ángulos posibles, incluida la oposición y su propia formación, que le ha abierto un expediente que puede acabar en expulsión. Guanyar le ha dado de plazo hasta el martes. Si llegado ese día no entrega el acta municipal, el alcalde le retirará sus competencias (Acción Social), el sueldo y cualquier otro privilegio. Eso sí, llegado a ese escenario, Belmonte tendrá la llave de la gobernabilidad de la ciudad de Alicante.

Un «coladero»

La falta de una estructura sólida no solo ha propiciado la elección de personas -con Peremarch como paradigma- que con el tiempo han incumplido el código interno de Podemos, sino que también ha permitido la llegada de militantes con trayectorias que no gustaban nada entre las bases «más puras». En la previa a las elecciones municipales se conocieron diversos casos de dirigentes de la formación morada con pasado «bipartidista». Es decir, nuevas voces de Podemos que habían tenido carné en el PP o en el PSOE. Incluso más allá, porque un dirigente de Podemos en Crevillent llegó a militar en un partido de corte neonazi. Otros, tenían incluso tres carnés distintos a la vez: Podemos, PP y una formación local de Orihuela. En Alicante también se registraron varios casos, aunque sin que ostentaran cargo de responsabilidad en la formación morada, como Cormenzana (ex hombre de confianza de Castedo) o Mendialdua (asesor de Llorens), entre otros.

Al margen de los problemas que han golpeado el núcleo de Podemos en estos últimos meses en Alicante, el futuro se presenta con ciertos nubarrones para la formación que, sobre el papel, dirige Antonio Montiel a nivel autonómico y que sigue descabezada en Alicante. El empuje vital, sostenido en el avance experimentado en los últimos años por un Compromís que cuenta con la lideresa Mónica Oltra como máximo referente, pone bajo alerta a la formación morada, que puertas adentro teme poder ser fagocitada día a día por los nacionalistas.

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