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García-Margallo: «Las primarias en el PP tienen un efecto perverso»

El cabeza de lista por Alicante a las pasadas generales realiza una firme defensa por Rajoy

El ministro de Exteriores, en su vivienda de Xàbia el pasado Miércoles Santo. DAVID REVENGA

¿Cómo se explica este nuevo ataque terrorista en el corazón de Europa con la matanza yihadista en Bruselas?

No le doy demasiada relevancia al hecho de que se haya producido en Bruselas; podía haber sido en cualquier otra ciudad del mundo. Lo significativo es que es una prueba más de que estamos ante un terrorismo distinto al que habíamos conocido.

¿En qué consiste este terrorismo «de nuevo cuño», como usted lo define?

Daesh o el Estado Islámico utiliza el terror, pero no sólo es una organización terrorista. Tiene características propias de los estados. En los territorios que ocupa presta servicios a la ciudadanía, utiliza los medios de comunicación y las redes sociales para financiarse y reclutar gente. Y lo que es más importante, tienen una estructura militar muy bien organizada a cargo de exoficiales de Sadam Hussein. Nos equivocaríamos si intentamos asimilar Daesh a otros fenómenos anteriores o coetáneos de carácter local como Al Nusra, que actúa en Siria. Y su objetivo es recrear el califato; desconocen o superan el concepto de estado tradicional, que lo asocian a Occidente.

Bruselas el 22-M y París cuatro meses antes, el 13-N. ¿Qué tienen en común los dos ataques? ¿Qué hemos aprendido?

Aunque ya lo sabíamos de antes, en París lo que aprendimos, y en Bruselas se ha demostrado ahora, es que Daesh ya no actúa a través de «lobos solitarios», sino a través de comandos muy sincronizados entre ellos. Y en segundo lugar, que Occidente se ha convertido en un objetivo prioritario. En los movimientos terroristas anteriores, la jerarquía era: primero el estado de Israel, luego los de fe islámica que no compartían su visión del Islam y luego Occidente. Ahora parece que Occidente es el primer objetivo. Nos falta una respuesta ajustada a este fenómeno nuevo.

¿Qué ha fallado en los dispositivos de seguridad y vigilancia? ¿Se pueden evitar este tipo de atentados?

Son muy difíciles de evitar. Daesh tiene células durmientes que se pueden activar a distancia con una simple llamada telefónica o con un golpe de ratón. Como hemos visto en Bruselas y vimos en París, los que cometen los atentados ya han renunciado a sus vidas y son muy difíciles de parar.

¿Y cómo se puede combatir el Daesh o Estado Islámico?

Lo primero es sacarlos de los territorios que ocupan: una parte de Siria, otra de Irak y, lo que es más significativo para España, una parte de Libia. En el último año han avanzado en la costa y ocupan casi 300 kilómetros; han profundizado hacia el sur en un triángulo y tienen un enclave mucho más al sur que les permite conectar con el norte de Mali, donde está Al Qaeda del Magreb y Boko Haram en Nigeria.

Ya hay asentamientos del Daesh a 1.500 kilómetros en línea recta desde Alicante...

Me preocupa especialmente como ministro español porque los tenemos en la frontera de casa. Hay que acabar con ellos y discrepo de las críticas de Pablo Iglesias a las acciones militares de la coalición en Irak. Occidente no debe intervenir con tropas en tierra para evitar un nuevo conflicto con el Islam, pero sí debe apoyar a las tropas locales que combaten y, eventualmente, a las tropas del mundo islámico. España tiene a 300 hombres formando a las tropas iraquíes. Lo importante ahora es la victoria militar sobre Daesh.

Y si se logra la victoria militar sobre Daesh, ¿cuál sería la hoja de ruta posterior de Occidente ante el Islam?

A partir de ahí hay que procurar que los procesos políticos en los territorios que se liberen sean inclusivos y que las poblaciones vean el dividendo de la paz, darles seguridad, sanidad, educación y bienestar. Y hay que intentar acabar con el conflicto cultural. Por eso españa da gran importancia a la Alianza de las Civilizaciones y al Centro de Diálogo Interreligioso y Cultural de Viena, la Vecindad Sur y la Conferencia de Líderes Religiosos. Vamos a intentar hacer una narrativa del Islam que sea alternativa y contraria a la que hace Daesh, que es excluyente, totalitaria y violenta.

De vuelta a España, ¿estamos condenados a volver a votar en unas generales a final de junio?

Primero: para saber la fórmula hay que saber el problema. Estamos en una fase de debilitamiento de la economía, con una Europa que se enfrenta aún a los rescates económicos no resueltos, la crisis de los refugiados, el referéndum del Reino Unido, el desafío secesionista de primera magnitud que afecta a España... Para hacer frente a estos retos se necesita un gobierno con un apoyo parlamentario muy sólido y compuesto por partidos relativamente homogéneos, que coincidan en lo sustancial.

O sea, la gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos...

Eso quiere decir que la única coalición posible y capaz de satisfacer las necesidades de España en este momento es la formada por PP, PSOE y Ciudadanos. Coincidimos en la unidad de España, en el modelo de economía social de mercado y no economía a la venezolana, en el proyecto europeo y en la lucha contra el terrorismo. Si eso es así, parece sencillo hacer una coalición. Y ya que Albert Rivera cita tanto a [Adolfo] Suárez, el expresidente dijo aquello de que había que elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal. Y lo normal es que se forme esa coalición como la hay en veintitantos países de la Unión Europea y que esa coalición la lidere el partido que ha ganado las elecciones.

¿Y cuál es el impedimento para esa gran coalición?

El problema es que [Pedro] Sánchez ha decidido que ni agua. La solución es muy difícil. Y si la situación continúa así tendremos que ir a unas elecciones. Las alternativas son sólo dos: una gran coalición de izquierdas con PSOE, Podemos, IU y PNV, que sumaría 167 escaños, y la abstención de todos los demás, incluidos los independentistas. Yo creo que es algo totalmente contrario a los intereses de España y también a los del Partido Socialista. Y la otra alternativa son nuevas elecciones. Y con nuevos comicios, probablemente la ecuación no varíe demasiado.

¿Y si, como parece probable, el escenario no cambia sustancialmente después de unas nuevas elecciones el 26 de junio?

La única solución es que Sánchez y Rajoy, que son los dos que pueden formar gobierno, se comprometan desde este momento a que ninguno de ellos lo intentará si no es la lista más votada y que favorecerá un gobierno con apoyo parlamentario. Es relativamente sencillo y muy esperanzador. Habría que hacer una agenda cerrada de los temas a resolver y las grandes reformas para afrontar esos retos. Es lo que hicimos un poco en la Transición en 1977 y es más fácil hacerlo ahora porque se dan mejores condiciones que entonces.

Haga algo de autocrítica... ¿Qué parte de responsabilidad tienen el PP y Rajoy de que llevemos más de tres meses sin gobierno desde el 20-D?

Desde el primer momento Rajoy hizo la oferta de la coalición de los tres partidos y la respuesta del señor Sánchez fue: no, no y no; y dígame qué parte del no no ha entendido. La clave la tiene el PSOE y si se niega a hablar... La conversación entre Rajoy y Sánchez duró tres minutos. Y luego se alargó para que no fuera una escena tan desairada ante los medios de comunicación. Y ahora vuelven a decir que no tienen nada que hablar con el PP. Ahora, como en el tango, se necesitan dos. Si somos tres, mejor, pero si una de las partes se niega, incluso, a considerar la posibilidad de bailar, pues es imposible resolver el tema.

De modo que el acuerdo entre Sánchez y Rivera le parecerá, como mínimo, insuficiente...

Con 130 escaños es imposible la investidura. En el supuesto de que lograsen la investidura porque todo el mundo se abstuviese y sólo el PP votase en contra, es imposible gobernar. Y en el supuesto de que pudiesen empezar a gobernar, es absolutamente imposible hacer las reformas que España necesita. Aquí lo que hay es una contradicción muy importante entre los dos partidos firmantes: dicen que, de entrada, necesitan una reforma constitucional -y esa reforma no es posible sin contar con el PP-. Y hay un tema de filosofía moral: nadie puede comprometerse a hacer lo que no puede hacer y es obvio que todas esas reformas sin una gran coalición son imposibles de realizar. Hacen un diagnóstico de que España necesita un cambio radical, yo no lo creo, pero necesitan una gran coalición para llevarlo a cabo y se niegan a hacerla.

¿Es factible un acuerdo de gobierno con un presidente del PP que no sea Rajoy?

No estamos en eso. Un gobierno necesita estabilidad, por definición. Y la estabilidad de un gobierno requiere que sus partidos también sean estables. La garantía de estabilidad en el PP en este momento es Rajoy y abrir una guerra sucesoria sería suicida. Los que hemos estado en UCD estamos vacunados contra esto. Cuando se decidió volar a UCD, lo primero que hicieron fue apuntar a la cabeza y cargarse a Suárez. A partir de ahí todo vino rodado.

No hace caso entonces de las voces críticas con el liderazgo de Rajoy que le piden que dé un paso al lado...

Son absolutamente minoritarias. No he oído a ningún dirigente importante del PP que abone esta tesis.

Y en cuanto a la diplomacia internacional, ¿tiene alguna repercusión para España la visita de Barack Obama a Cuba?

Ninguna. EEUU partía de una situación muy diferente a la de la UE y España. Ellos rompieron relaciones diplomáticas en 1961 y establecieron un embargo que ha penalizado a la población cubana. En cambio, España ha tenido relaciones diplomáticas normales, somos los primeros inversores europeos en la isla y hemos condenado siempre el embargo. Y en contra de lo que se ha dicho, la UE y España no han ido a remolque de EEUU, sino al contrario. El problema cubano deben resolverlo los cubanos de la isla y la solución debe ser inclusiva como fue nuestra Transición. Tirar al agua a los castristas no puede ser la solución. España está colaborando a la creación de un clima de entendimiento y reconciliación.

¿Qué le preocupa más? ¿El posible éxito del «Brexit» o la imagen de insolidaridad de la UE con los refugiados?

Las dos cosas. En ambos casos se necesita más Europa. Las soluciones con los refugiados son parches porque no tenemos una política de asilo e inmigración europea que contemple todas las vertientes. Y en «Brexit» me preocupa que si el Reino Unido sale de la UE perderíamos peso en política exterior y en seguridad militar y sufriríamos daño reputacional porque se interpretaría como el principio de un proceso de deconstrucción de Europa. Eso debería contrarrestarse en el acto con un salto adelante hacia la federalización de los países que compartimos moneda. Corregir el error de Mastrich y poner en marcha un gobierno económico con la emisión de eurobonos.

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