«Soy una persona honrada con una alta consideración del valor del humanismo, que heredé de mi padre; no soy una persona corrupta ni desde el punto de vista económico ni moral». En estos términos se expresó ayer Barberá para proclamar su inocencia, aunque en su defensa hubo más que frases grandilocuentes. Dos argumentos dio Barberá para afrontar dos de las líneas de investigación judicial de la Operación Taula que la salpican. Las supuestas mordidas en las adjudicaciones en el Ayuntamiento de Valencia y la financiación irregular del partido en Valencia, ciudad. Y de las dos quiso blindarse.

Afirmó que nunca en sus 24 años de alcaldesa había amañado ninguna adjudicación de contratos ni insinuado ninguna mordida: «Los técnicos son los que determinan a quién se adjudica», deslizó. Eran mayoría, reiteró, en la Mesa de Contratación. Es más, relató que cada vez que entraba un concejal nuevo en el equipo de gobierno, ella les decía: «No firméis nada si antes no lleva la firma del técnico correspondiente. Esa frase es mía reiterada por activa y por pasiva», sostuvo.

Durante su comparencia no entró en detalles sobre ninguno de los asuntos investigados por el juzgado que afectan a su etapa de Gobierno, como los gestionados por la que fue su concejal Maria José Alcón, como es el caso de la rehabilitación de las Torres de Quart, la privatización de la Rambleta y o la Mostra.

En el capítulo de la financiación irregular también Barberá encontró una salida. Admitió que hacía donaciones mensuales de 60,5 euros al mes y la aportación excepcional de 1.000 euros a la campaña electoral en la que ella era candidata y que, afirmó, el partido nunca le devolvió.

Ahora bien, se curó en salud al indicar que ella no manejaba la tesorería del partido ni llevaba la gestión de la cuentas. Atribuyó las cuestiones de organización de la campaña al comité de campaña local que presidió Alfonso Novo. Curiosamente, el único concejal con quien admitió tener comunicación tras el distanciamiento con su exmano derecha Alfonso Grau. «Nunca he ocupado un cargo orgánico», subrayó la exalcaldesa, por si había dudas. «La alcaldesa nunca ha tenido una caja B, ni nadie me entregó el remanente ni la llave de ninguna caja B», aseguró. «No he conocido, ni ordenado, ningún blanqueo de capital», remató.

«La mano en el fuego»

En todo caso, y a preguntas de los periodistas, señaló que ponía la mano en el fuego por sus compañeros en el consistorio y por el propio Grau (detenido el lunes por presunto cohecho) hasta que no se demostrara lo contrario.

En el plano personal, la senadora territorial indicó que en sus 40 años de servicio público seguía teniendo una casa alquilada en Valencia y que ya ni siquiera tenía su viejo coche. «En los últimos meses se ha publicado seis veces mi patrimonio», subrayó.

Barberá mantuvo el aplomo durante toda la rueda de prensa y sólo se le quebró un poco la voz cuando reconoció que daba gracias a Dios de que sus padres no estuvieran vivos para no tener que pasar por el inenarrable dolor» que está viviendo estos días. Pidió que se legisle seriamente sobre las filtraciones de los secreto de su maria y se recupere la presunción de inocencia. «¿Qué daño habré hecho para concitar tanto odio y rencor'», se preguntó, al tiempo que apeló a los ciudadanos para que sigan creyendo en ella.