El candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, prometió ayer que la discriminación que sufre la Comunidad Valenciana con la financiación autonómica pasará a la historia durante la próxima legislatura. Eso sí, siempre que su partido termine aterrizando en La Moncloa. El líder socialista lanzó este anuncio durante su visita a la Universidad de Alicante, donde clausuró unas jornadas de las Juventudes Socialistas. Al igual que hiciera el actual jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, durante su «tour» del sábado por Finestrat y Calp, Pedro Sánchez tampoco se comprometió ayer a impulsar proyectos concretos para la provincia y la Comunidad. Ahora bien, la única iniciativa que lanzó fue de calado. «Con un Gobierno socialista habrá una nueva financiación autonómica para Valencia», proclamó. Los afiliados y cargos del partido que poblaban el salón de actos del Aulario II prorrumpieron en aplausos. Y continuaron así por espacio de unos 20 segundos.

No en vano, el problema de la financiación es en la actualidad el que más preocupa al Consell de Ximo Puig. ¿Por qué? Porque los sistemas estatales de reparto de fondos de 2002 -aprobado en época de José María Aznar- y de 2009 -con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente- han sido especialmente dañinos para la Comunidad. Tanto, que le han «birlado» más de 12.000 millones de euros que le habrían correspondido en función de su población, de acuerdo con los datos de la Generalitat

Y ayer, Pedro Sánchez no quiso dejar pasar la oportunidad que le brindó Rajoy, quien el sábado no hizo ni una sola mención al maltrato que han sufrido las arcas autonómicas durante más de una década. «Rajoy no dijo nada (sobre ese problema) durante su visita de tapadillo y de rondón», agregó.

Durante los cerca de 20 minutos que estuvo en el estrado, el candidato socialista solo hizo otra mención a Alicante. Miró al alcalde de la capital, Gabriel Echávarri, citó su nombre y le trasladó que el Gobierno «apostará por la reindustrialización» de la provincia. Nada más. Como Rajoy, la inmensa mayoría de su discurso se centró en clave nacional. Y planteó propuestas. Entre ellas, la derogación de la reforma laboral que impulsó el PP y la aprobación de un nuevo Estatuto de los Trabajadores; un plan de «repatriación» para los jóvenes que se han visto obligados a emigrar para labrarse un futuro laboral en el extranjero; el aumento de 200.000 plazas de Formación Profesional; la universalización de la educación desde los 0 hasta los 18 años; y una reforma electoral para que las candidaturas «sean desbloqueadas», entre otras iniciativas.

Pedro Sánchez también tocó, aunque de pasada, la corrupción que ha salpicado al PP durante los últimos años. «Mañana (por hoy) Rajoy va a firmar la convocatoria de elecciones y pondrá fin a cuatro años de paro, desigualdad y corrupción», sentenció, a la vez que acusó a los populares de «apelar al miedo» de la ciudadanía con el fin de retener el poder. Poco después, y tras elogiar la labor de Felipe González y Rodríguez Zapatero, el también secretario general del PSOE sacó pecho de la limpieza de su partido. «Soy un político limpio, que dirige un partido limpio y que aspira a liderar un gobierno limpio. En cuanto vea a alguien vinculado con casos de corrupción le sacaré tarjeta roja directa y se irá fuera del PSOE», apuntó en tono serio.

El candidato socialista también mentó la convulsión política que vive Cataluña y censuró la connivencia entre Rajoy y el presidente catalán, Artur Mas: «Ahora que Mariano Rajoy y Artur Mas están espalda con espalda, habría que recordar que durante estos últimos cuatro años han bailado agarrados, mejilla con mejilla, y han aprobado la reforma laboral, los recortes y la amnistía fiscal. Ya sabemos para qué. Para la familia Pujol y para los compañeros de partido de Mariano Rajoy».