El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, pasó ayer de puntillas sobre las principales reivindicaciones de la Comunidad durante su visita a Alicante. Apenas habló del AVE, del Corredor Mediterráneo, de otras infraestructuras estratégicas, del agua... Todo fueron referencias mínimas. Por no hablar, ni tan siquiera habló de la reforma del modelo de financiación autonómica, a día de hoy el principal quebradero de cabeza del Consell de Ximo Puig. Pese a la amenaza de la Generalitat de llevar al Gobierno a los tribunales para intentar poner fin a ese expolio, Rajoy obvió por completo el asunto. No hizo ni una mínima referencia. Y como él, los otros tres dirigentes del PP que tomaron antes la palabra en l'Auditori del Castell de Finestrat: el alcalde del municipio, Juan Francisco Pérez; el presidente provincial del partido, José Císcar; y la «jefa» de los populares valencianos, Isabel Bonig.

Descartado ese debate, el presidente apenas ofreció retazos sobre la provincia y la Comunidad. Se limitó a reivindicar el Corredor Mediterráneo sin más, destacó que Elche y Castellón estarán conectadas con la alta velocidad «en pocas fechas», y se comprometió a intentar buscar el «consenso» en materia hídrica. «Soy consciente de los problemas y trataré de darle una solución definitiva», apostilló al referirse a los trasvases.

Hasta ahí, las referencias explícitas a proyectos para Alicante, Valencia y Castellón. El grueso de su discurso se cimentó en clave nacional. Y, sobre todo, en materia económica. Rajoy vino a decir, prácticamente, que su Gobierno ha sido capaz de resucitar el país en apenas cuatro años. «Cuando llegamos al Gobierno, España estaba al borde de la quiebra y a punto de ser rescatada como Grecia. Más de 3.000 españoles perdían su puesto de trabajo cada día, la recaudación pública había caído en 70.000 millones y era imposible financiarse», comenzó diciendo. Hoy, la tendencia es otra. «Nos apretamos el cinturón y acometimos reformas. Gracias a ello, España es el país europeo con mayor crecimiento y el segundo del G-20, solo superado por Estados Unidos», apostilló, a la vez que presumió de la evolución del paro durante la legislatura.

El jefe del Ejecutivo se marcó además como reto alcanzar los 20 millones de ocupados cuando expire la próxima legislatura en 2019 e incluso tildó de «modesto» ese objetivo. «España está despegando y la próxima puede ser la mejor legislatura de la Democracia», proclamó, advirtiendo a la vez las consecuencias que podría acarrear el regreso del PSOE a La Moncloa. «España no puede volver al pasado porque sería volver al rescate, la quiebra, las amenazas, las dudas y la incertidumbre», destacó.

Rajoy también quiso aprovechar su visita de ayer para reivindicar el papel de las diputaciones, hizo un guiño a Alberto Fabra -«te tocó bailar con la más fea», le dijo- y lamentó que las «chapuzas» del PSPV y Compromís hayan apartado al PP de la Presidencia de la Generalitat pese a haber «ganado las elecciones».