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Una nueva civilización

El inicio de una era basada en la tecnología, el control de la información y el mundo digital pone en riesgo la Democracia

La cumbre propone sacralizar la libertad y la educación

Nadie sabe cuándo empezó. La entrada en una nueva civilización, el comienzo de otra era, representan acontecimientos históricos tan fabulosos que solo se pueden datar a posteriori, en ocasiones incluso siglos después. Pero hubo un momento entre el último cuarto del siglo XX y comienzos del XXI, en que el mundo acabó una época e inició una nueva. Distinta a la anterior, radicalmente diferente a la que conocieron las generaciones nacidas antes de las dos guerras mundiales.

Tras dos días de debate en la Universidad de Alicante sobre la crisis de la gobernanza en la democracia representativa, dos son los factores a tener en cuenta de inicio, a saber.

Un nuevo escenario: de la misma manera que el Imperio español se desmoronó para dejar paso al británico en el siglo XIX y éste, a su vez, a Estados Unidos en la centuria siguiente, el Tío Sam ya no gobierna solo en el mundo porque China y el Islam amenazan su hegemonía, mientras la nueva civilización va despejando ya las bases en que se sustenta.

Las claves: la globalización digital, la tecnología y el control de la información. Un nuevo paisaje de convivencia y tres imperios.

La cumbre iberoamericana que ha reunido a empresarios de primer orden, expertos y exjefes de Gobierno de varios países de éste y del otro lado del Atlántico, ha expuesto los riesgos y amenazas que se ciernen sobre la democracia representativa y en definitiva sobre las personas. Al fin y al cabo, la génesis de una nueva civilización se produce porque modifica de modo radical la vida de los ciudadanos y centra la atención en la política, el poder, el dominio, la gobernabilidad.

Frente a la vertiginosa implantación de este nuevo orden «civilizatorio» (estos encuentros también sirven para deleitarse en el castellano que se habla en otros países), la cumbre ha lanzado el aviso: con independencia del cambio de época, lo importante es la democracia. Para protegerla y apuntalarla, las fórmulas no cambian; los conceptos son los mismos que se han defendido en todas las revoluciones. Valores seguros. Derechos obtenidos a lo largo de la Historia y que diferencian al ser humano del resto de seres vivos. Nueva era y métodos tradicionales: libertad, educación, igualdad.

La producción ha muerto

Y estos análisis y las posteriores soluciones que genera el cambio no los ha expuesto cualquiera. En la reunión de más alto nivel que ha acogido esta provincia en los últimos años, exmandatarios cuyos nombres ya han entrado en los libros de Historia por apuntalar (o lograr) la democracia en países donde había dictaduras, han advertido: no vivimos una época de cambio, sino un cambio de época; la hegemonía de la producción como motor de la economía y el poder político han muerto. El mundo se ha transformado en comunicación e información, y el control de ambas (lo que los poderes saben y lo que los poderes están dispuestos a difundir) otorga el dominio. Mercados financieros, era digital, novísimas tecnologías conforman un paisaje que era inexistente hace apenas 30 años.

El petrolero Alejandro Bulgheroni, el hombre más rico de Argentina y del que la revista Forbes estima una fortuna de 4.800 millones de euros (el equivalente al presidente de Mercadona, Juan Roig), debe su riqueza a la comercialización de energías «sucias». El cambio de era ya le está obligando a cambiar de traje y apostar por las renovables, las baterías y los vehículos eléctricos. En suma, por nuevas tecnologías que abaraten los costes.

Esta victoria de la «robotización» ha terminado modificando sustancialmente la competitividad de las empresas y por tanto el empleo y la macroeconomía. Ya no es primordial buscar mano de obra barata en lugares remotos porque basta con apretar una tecla del ordenador y que el trabajo fluya en el otro extremo del mundo, lo que ha supuesto modificar los principios del mercado laboral tal como lo conocimos durante décadas.

La sorprendente oferta de Carlos Slim (al que Forbes coloca como el segundo hombre más rico del mundo, con 77.100 millones de dólares) tiene mucho que ver con esta civilización 2.0. Menos días de trabajo (tres por semana), más horas por jornada (doce) y (ay) el mismo salario. Y prolongar la edad de jubilación hasta los 75 años. En siglos anteriores la esperanza de vida no pasaba de los 50 y ahora ya se plantea trabajar hasta el umbral de la muerte. Slim lo está poniendo en marcha en alguna de sus empresas y ayer reconoció que quiere que su iniciativa triunfe.

Economía, comunicación, tecnología, información, democracia. Lo expuso de forma didáctica Alain Touraine, uno de los sociólogos más prestigiosos del planeta: «La transformación del poder en todas sus formas está absolutamente vinculada con el nuevo mundo tecnológico. La novedad es que el poder pierda el control de los bienes. El mundo se ha transformado en comunicación e información y no en producción. Se trata del control de las mentes».

La educación

El expresidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti, fundador del Círculo de Montevideo, que ha promovido el encuentro, y es desde el viernes Honoris Causa por la Universidad de Alicante, se convirtió en el primer mandatario constitucional de su país tras 13 años de dictadura casi militar, a la que se enfrentó tras una dilatada carrera política cuando los golpistas de Bordaberry tomaron el poder a la fuerza. El expresidente de Chile, Ricardo Lagos, dedicó parte de su vida a derrocar al dictador Augusto Pinochet. Su homólogo colombiano, Belisario Betancur, tuvo el mérito de gobernar una nación a caballo entre el poder de los narcos y las armas de la guerrilla.

El viernes, en mitad de la intervención de Felipe González, copartícipe del tránsito de la dictadura a la democracia en España, un grupo de estudiantes intentó reventar la cumbre llamando fascistas a los intervinientes y exhortando a la expulsión de la Universidad de todo rastro de empresario. Con Slim en la mesa, llegó a escucharse la palabra «asesino» para recordar la muerte de estudiantes en México, como si el magnate de la comunicación tuviera alguna responsabilidad por el hecho de haber nacido en el DF.

La necesidad entre las nuevas generaciones de conocer la historia para valorar la democracia pasa necesariamente por el diálogo intergeneracional, referido en la cumbre por la secretaria general de Iberoamérica (el equivalente a la Comisión Europea), Rebeca Grynspan. En ese sentido, los protagonistas de la algarada no parecían conocer la trayectoria de quienes tenían enfrente. La travesura no pasó a mayores, aunque sirvió a Sanguinetti, como luego recordó el exsecretario general iberoamericano, Enrique Iglesias, para apuntar que para unas generaciones la democracia constituye una conquista y para las nuevas solo es un dato. Y debe seguir siéndolo, añadió Iglesias, porque es la señal de que ya no hay que conquistarla.

Es precisamente a causa de esa amenaza por lo que este encuentro de sabios de la gobernanza ha propuesto echar mano de las fórmulas mágicas de siempre.

Para aminorar los posibles daños con que la nueva civilización amenaza al poder del pueblo, los protagonistas del foro coinciden sin fisuras: en lo social, una buena educación genera una buena economía y una buena democracia. Y una buena democracia, sólida y garantista, protege a sus sociedades de quienes dominan y manipulan la información, los protagonista del cambio de época, los magnates de internet. Y a la educación se llega ineludiblemente por la igualdad.

Una buena parte de las pautas políticas que sigue el mundo actual y achuchan a la democracia está de algún modo vinculada a la violencia, la corrupción, el poder arbitrario, las guerras (internas o entre países). Los tres imperios que se asoman a este giro histórico revolucionario y obligan a reforzar los principios democráticos hacen imprescindible apostar por el papel de la mujer. En muchos países ajenos a Occidente, la mujer está relegada a un segundísimo plano y es la que más tiempo pasa con sus hijos. En países subyugados por el islamismo fundamentalista (el imperio cultural) «la mayor esperanza es la mujer. Ellas crían a hijos de los que luego las separan para ir a la violencia», remarcó ayer Sanguinetti.

La digitalización

La Fundación Bill Gates (el hombre que supera a Slim en riqueza y que entra en las casas de medio mundo cada vez que encendemos nuestro ordenador) cuenta con más presupuesto que los cuatro principales programas de ayuda social de la ONU. El dinero, que otorga el poder, ha cambiado de manos en esta recién estrenada civilización. El imperio de lo digital frente a lo tradicional, muy ligado el primero al control de la información, constituye para la democracia una garantía y una amenaza a la vez. Permite que la información llegue en segundos, al igual que su control.

Sin la digitalización, ha resuelto el foro, nunca habría sido posible la influencia adquirida por los mercados financieros en la vida diaria de las personas y en las acciones de los gobiernos. La decisión de un broker es capaz de tumbar una economía o desatar una crisis (Lehman Brothers) que acabe globalizada para acomodarse durante años en muchas democracias. La universalización de internet y sus consecuencias para las finanzas mundiales hacen mucho más difícil la acción de gobierno.

En la nueva era que comenzó en fecha indeterminada prevalece, sobre cualquier otro tipo de urgencia, la necesidad de sostener una forma de gobierno creada hace miles de años. Como se ha recordado estos días, la democracia no es un sistema perfecto, pero sigue siendo el menos malo.

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