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Camps: de «elegido» a «negado»

El expresidente de la Generalitat ha pasado de concentrar el poder absoluto en la Comunidad y en el PP regional a ser rechazado por sus amigos y por aquellos que ocuparon importantes cargos durante su mandato

Camps: de «elegido» a «negado»

Cuenta la Biblia que Pedro negó tres veces a Jesucristo antes de que cantase el gallo. El expresidente de la Generalitat Francisco Camps (Valencia, 1962) ya acumula más negaciones de los que durante años formaban parte de su núcleo más cercano, y eso que el gallo aún no ha cantado.

La exconsellera de Turismo, expresidenta de las Cortes y exalcaldesa de Novelda, Milagrosa Martínez, ha sido la última en renegar en público del exjefe del Consell entre 2003 y 2011, que dejó su cargo en manos de Fabra ante su implicación en el caso de los trajes, del que finalmente salió airoso.

Milagrosa Martínez, juzgada estos días en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad (TSJ) por una pieza separada del caso Gürtel que investiga contratos en Fitur, derivó a Camps su responsabilidad en el caso al asegurar ante el juez que ella se limitaba a firmar lo que le ponían delante y a seguir los dictados del entonces presidente de la Generalitat. Pero no sólo se quedó ahí, sino que Milagrosa Martínez también admitió en sede judicial que cuando dio el salto de la política municipal en Novelda al Gobierno valenciano, allá por el año 2004, no tenía ni idea del área que iba a dirigir. «Me llamó [Camps] y me dijo que sepas que te acabo de nombrar consellera de Turismo». Y ella le respondió: «¿Tú sabes lo que has hecho? No por nada pero yo de turismo... Yo no sabía ni lo que era Fitur, ¿me explico?». Así se mostró la exconsellera de Turismo a preguntas del Fiscal el pasado martes, una comparecencia en la que se parapetó detrás de tres nombres: el citado Francisco Camps, el de Isabel Villalonga -exsubsecretaria de la Conselleria de Turismo- y el de Rafael Betoret. Éste último, exjefe de gabinete e imputado también en el caso Fitur, ha sido otro de los que ha cargado contra el exjefe del Consell en las últimas horas. Y no lo hizo con medias tintas, sino que lo puso directamente a los pies de los caballos. «Camps me engañó vilmente», aseguró en el TSJ un día antes de que arrancase la comparecencia de Milagrosa Martínez, en una semana en la que Camps ha sido protagonista muy a su pesar en los juzgados de la Comunidad. El exjefe de gabinete de la conselleria de Turismo acusó a Camps de haberle engañado para que se declarara culpable en la causa de los trajes. Cuestionado acerca de los motivos por los que se declaró culpable de cohecho impropio en ese caso, Betoret argumentó que firmó su autoinculpación porque «personalmente» se lo pidió el presidente de la Generalitat, Francisco Camps. «Nunca me hubiese conformado con esa sentencia, me engañaron vilmente para que me conformase diciendo que era el acuerdo al que habían llegado todas las partes [Camps, Costa, Campos y él], me negué hasta última hora, firmé porque el presidente de la Generalitat me dijo que firmase», sostuvo Betoret. En ese caso, sólo Betoret y el exvicepresidente del Consell, Victor Campos, aceptaron la condenaVictor Campos, frente a Camps y a Ricardo Costa, exnúmero dos del PP, que optaron por ir a juicio.

¿Amigos, qué amigos?

Pero no sólo Milagrosa Martínez y Rafael Betoret han renegado de Camps en sede judicial. Antes lo hicieron, entre otros, Álvaro Pérez «El Bigotes» y Pablo Crespo, dos de los principales cabecillas de la trama Gürtel. «El Bigotes» negó recientemente haber mantenido «jamás en la vida» una relación «íntima» de amistad con Camps. Eso sí, admitió una relación «cordial y amable» con el exdirigente del PP, que hoy ocupa un puesto como consejero nato en el Consell Jurídic Consultiu, en su condición de expresidente de la Generalitat, por el que percibe unos 52.000 euros al año, más chófer, secretaria personal y escolta. Sin amistad de ningún tipo, pero con negación de por medio, se pronunció a principios de este mes Pablo Crespo. «Nunca he visto a Camps», sentenció, a la vez que sí admitió cierto contacto con el exsecretario general del PPCV Ricardo Costa. «Con él he comido tres o cuatro veces, nos hemos visto ocho o diez más y hemos hablado por teléfono 20 veces», apuntó el que también fuera dirigente del PP, aunque en Galicia.

Fuera de los juzgados y con un componente puramente político, otra de las recientes negaciones que recibió Camps procedió de su sucesor al frente de la Generalitat. En público y en presencia de Rajoy y de todos los barones del PP, Alberto Fabra renegó de la herencia que asumió de Camps hace ahora cuatro años, a la vez que reivindicó su gestión durante la pasada legislatura. Lo hizo a mes y medio de la doble cita electoral del mes de mayo y durante el acto de presentación del programa autonómico y local. «Me encontré una Comunidad con las cuentas en rojo, la economía en recesión, el paro desbocado y, lo que es peor, con un sentimiento de desesperanza entre la mayoría de los ciudadanos porque la sombra de la corrupción manchaba todo el trabajo realizado», alegó el entonces jefe del Consell, durante la pasada precampaña, en un intento de desvincularse de su antecesor.

Pons, Urdangarin y la toga

También dirigieron sus particulares balas al expresidente Camps otros miembros de su partido. Entre ellos, Esteban González Pons, un histórico del PP y hoy eurodiputado popular. Tras la ratificación de su absolución por el caso de los trajes, el nombre de Camps volvió a aparecer en otra de las investigaciones por corrupción que ha salpicado estos últimos años a los populares valencianos: el caso Nóos. Un sumario judicial en el que se investiga un supuesto desvío de fondos públicos al Instituto que presidió el exduque de Palma, Iñaki Urdangarin. De hecho, durante su declaración judicial como testigo por este asunto, fue el propio González Pons el que apuntó a Camps, al asegurar que fue el propio expresidente de la Generalitat el que propuso que Valencia optara a albergar los Juegos Europeos, proyecto por el que el Gobierno regional desembolsó la friolera de 382.203 euros al Instituto Nóos. Una cifra más llamativa si cabe ya que el citado evento deportivo nunca llegó a celebrarse. Otro exconseller, Miguel Peralta, en calidad de testigo en una investigación sobre un presunto delito electoral del PP, también señaló a Camps. Peralta afirmó que como coordinador de la campaña en Alicante nunca contrató con Orange Market, la empresa dirigida en Valencia por «El Bigotes», para actos con el PP provincial, puesto que esta mercantil trabajaba exclusivamente con el regional. Así, el exalcalde de Alcoy señaló que la campaña de Camps se la llevó «El Bigotes», cuya mercantil controlaba todo donde estaba el exjefe del Consell.

Pero no sólo han renegado del dirigente caído políticos y empresarios, sino también jueces. El entonces presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV), Juan Luis de la Rúa, defendió que su relación con Camps era «institucional» y «no de amistad íntima». Así de rotundo se mostró De la Rúa la primera vez que habló sobre su vinculación con Camps después de que la Sala de lo Civil y Penal del TSJCV aceptase investigar a Camps y sobre las diferentes acusaciones de «amistad» que durante tiempo se vertió contra ellos.

De igual manera, Fernando de Rosa, que dirigió la Conselleria de Justicia con Camps como presidente, también rebajó al máximo su vinculación con el exdirigente autonómico. El ahora presidente de la Audiencia Provincial de Valencia defendió recientemente que sus amigos son «los de toda la vida», cuestionado por su relación con Camps: «Mantengo una amistad con mis amigos de siempre, que no tienen ningún cargo». Sin embargo, Baltasar Garzón llegó a pedir su recusación en un proceso abierto contra el magistrado en su calidad de vocal del Consejo General del Poder Judicial por su «amistad íntima» con Camps.

Y en esa sucesión de «portazos» que ha ido acumulando desde su salida del Palau de la Generalitat, a Francisco Camps le ha llegado a negar hasta Santiago Calatrava, su arquitecto de cabecera. Eso sí, la lista, que es más extensa, es susceptible se seguir aumentando.

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