La situación de Alberto Fabra, como la de todo el PP, también es muy complicada. Lo elegirán senador el próximo 22 de julio pero se mantendrá en el escaño de las Cortes hasta que tome posesión en Madrid, algo que podría ocurrir en el primer pleno de septiembre. Lo mismo haría la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá. El presidente quiere mantener su sillón en las Cortes durante un tiempo para pilotar, tutelar o influir en la sucesión, con el fin de que el proceso, aseguran, sea lo menos traumático posible. Y, al tiempo, tener opinión en cuestiones de máxima importancia para los populares.

Entre otros motivos, para el supuesto de que el barón de Alicante, José Císcar, se quedara sin la Diputación de Alicante. Fabra pretender jugar un papel clave para aupar a Mª José Catalá como futura portavoz frente a Isabel Bonig y también, particularmente, para frenar a Císcar. Para Fabra, la diputación es «irrenunciable» y en el PP creen que su antiguo vicepresidente ya está «asimilando» que tendrá que renunciar a la corporación alicantina. El problema para Ciudadanos es que con una abstención daría el gobierno a los populares. La única alternativa es una coalición con los socialistas, EU-Guanyar y Compromís, la fuerza política que los de Albert Rivera han colocado en su diana.