El Consell de Ximo Puig estará más o menos acertado, cambiará los destinos de los valencianos o no, pero tras la toma de posesión de ayer quedó claro que el terremoto electoral del pasado 24 de mayo ha devuelto la normalidad institucional a la Comunidad Valenciana. Se acabaron las trincheras políticas. El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; el exministro de Trabajo y expresidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana; el expresidente de ACPV, Eliseu Climent; el presidente de los discapacitados valencianos (Cermi), Joan Planells; o Elvira Murcia, la mujer que se atrincheró al Palau en defensa de los dependientes y que expulsó Cotino de la Cámara, compartieron vivencias en un mismo edificio. El de todos los valencianos. Y todos invitados por el nuevo Ejecutivo PSPV-Compromís, con el permiso de Podemos. Las Cortes y el Palau se convirtieron ayer, desde hace no menos de 20 años, en el parlamento y en el Gobierno de todos los ciudadanos.

La presidenta de la asociación de víctimas del metro, Beatriz Garrote o la cara visible de Ca Revolta Enric Valero pudieron acceder a la Cámara valenciana sin tener que esconder sus camisetas reivindicativas, prohibidas en la anterior legislatura. Por estar, estuvo hasta el expresidente y miembro del Consell Jurídic Consultiu Francisco Camps, quien no había confirmado su asistencia pero que presenció, junto a su antecesor Zaplana, el discurso de Puig desde la tribuna de invitados. Al ya presidente de la Generalitat se le olvidó mencionarlo, aunque posteriormente ante los periodistas se disculpó por el error. Normalidad institucional.

Estuvo todo el poder económico valenciano. Desde Vicente Boluda (Asociación Valenciana de Empresarios) a Eugenio Calabuig (Aguas de Valencia), pasando por Francisco Roig, también expresidente del Valencia CF. No faltó el hasta hace meses muñidor valencianista Aurelio Martínez, que llegó acompañado por el humorista gráfico Antonio Ortiz, Ortifus.

La representación de prohombres socialistas no fue menor. El secretario general del PSOE y candidato a presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se convirtió en reclamo de las cámaras y los selfies de los cientos de ciudadanos que se agolparon en la calle Navellos. Muy particular fue su saludo con la vicepresidenta y mujer fuerte del Ejecutivo, Mónica Oltra. La líder de Compromís quiso quedarse un segundo plano porque como recoció, «es el día del presidente». Aun así, acompañó a Puig en su recorrido desde las Cortes al Palau, donde les esperaba Alberto Fabra para el traspaso de poderes. Normalidad institucional, sin estridencias, como pasara en el Ayuntamiento de Valencia donde Rita Barberá dio la espantada un día antes. En la foto oficial del cambio de gobierno Puig le dijo a Fabra: «Estamos en contacto permanente».

Antes, este guante blanco institucional se pudo ver en las Cortes. Pese a que los diputados del PP se mostraron reticentes a aplaudir, sí que se levantaron tras la toma de posesión del nuevo presidente de la Generalitat. Lo ordenó Fabra y Jorge Bellver hizo que se ejecutara.

Los representantes de los sindicatos, entre ellos Cándido Méndez, Gonzalo Pino, Paco Molina, Adel Francés o Vicent Mauri, los jóvenes acaldes de Tavernes, Mislata y Ontinyent, Jordi Juan, Carlos Fernández Bielsa y Jorge Rodríguez, o el expresidente Joan Lerma o el exministro Ángel Gabilondo estuvieron presentes.