Una extrapolación de los resultados municipales a unas hipotéticas elecciones autonómicas supondría un triunfo claro del soberanismo si se considera como un bloque homogéneo el formado por cuatro grandes partidos: Convergència i Unió, Esquerra Republicana, el CUP y Entesa. La suma de votos de estas cuatro formaciones sumarían el 56,8 por ciento de los votos, a lo que habría que añadir los de otras formaciones menores. Enfrente, los partidos más importantes posicionados claramente contra cualquier movimiento secesionista suman el 17,06 del PSC, el 7,49 del PP y el 7,43 de Ciutadans, apenas el 32 por ciento. Quedaría por definir la postura de Podemos, en sus diferentes y dispersas marcas, aparte de la postura que adopte, llegado ese momento, Unió Democràtica de Catalunya.

CiU mantiene su condición de fuerza más votada con un 21,52 por ciento de los votos (pierde un 5,5 respecto a hace cuatro años). Se aferró a esa victoria

El presidente de la Generalitat y de CiU, Artur Mas, destacaba como mérito la victoria al producirse «en las peores condiciones sociales, económicas y políticas posibles», aunque ha admitido la derrota en Barcelona.

Al comparecer durante la noche electoral en Barcelona junto al alcalde en funciones, Xavier Trias, insistió en que la victoria en toda Cataluña es «clara»: aunque han bajado en porcentaje, se quedan a más distancia respecto a los demás partidos, lo que ha considerado un motivo de orgullo.

Esquerra Republicana logró 508.839 votos, duplicando así los 257.705 sufragios que logró en los pasados comicios de 2011, y pasa a ser la tercera fuerza más votada en Cataluña, solo por detrás de CiU y PSC, pero pierde respecto a las europeas. Hace cuatro años, la formación independendista había tocado fondo y en las europeas había sido la más votada en el territorio.