Alberto Fabra ya sabe que tendrá una segunda oportunidad para intentar repetir mandato en la Generalitat. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, llega hoy a Valencia para una estancia de siete horas en la que ya tiene los deberes hechos. En vísperas de su visita y a falta únicamente del acuerdo oficial del comité de listas, la cúpula nacional del PP le trasladó ayer a Fabra que tiene su placet para encabezar de nuevo la legislatura en un movimiento para convertir la foto del jefe del Consell con Rajoy -con agenda en la fábrica de Ford en Almussafes y después en un almuerzo con los empresarios de AVE- en el primer acto de una larguísima precampaña electoral de casi cuatro meses. Y evitar, por otra parte, que en último extremo el foco del acto se concentrara en evidenciar las dudas de Génova con Fabra.

Hubo un tiempo en el que las visitas de Mariano Rajoy a la Comunidad, siendo entonces aspirante a La Moncloa, eran una parada casi obligada del calendario mensual del PP. Ahora, sin embargo, viene de uvas a peras. Pero, en esta ocasión, retorna a Valencia después de mucho tiempo en un momento muy complicado: los populares se juegan por vez primera en dos décadas perder el control de la Generalitat y de decenas de municipios. En Génova eran conscientes de esa situación y de que la visita tenía que servir como «gesto» para cerrar el debate de la candidatura. Hace un par de semanas, como avanzó este periódico, la dirección del PP, como trasladó a Carlos Floriano a su equipo de colaboradores, que Madrid trabajaba con la hipótesis de que Fabra sería el aspirante. El tiempo corría a favor de Fabra. La visita de Mariano Rajoy era el momento oportuno a falta de que, a partir del 10 de febrero, el comité electoral nacional inicie sus reuniones para empezar a designar a los candidatos.

Hay un elemento, no obstante, que ha terminado por despejar el horizonte para Fabra: la resolución del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad (TSJ) que pone la lupa de la investigación del supuesto fraude de la Fórmula 1 en la etapa de Francisco Camps y que deja fuera del sumario, al menos por ahora, la gestión del evento que se realizó una vez que Fabra llegó a la Generalitat en el verano de 2011. Durante los últimos meses, el titular del Consell ha intentado, sin éxito y a la vista del retroceso que le vaticinan las encuestas al PP, garantizarse la candidatura para tratar de remontar. Pero ni Génova -con la última palabra para esa decisión- ni tampoco los barones provinciales le pusieron facilidades. Todo lo contrario. Así que, a menos de cuatro meses para votar, el PP había llegado a un punto que aún no tenía aspirante al Consell, algo que taponaba el resto de las listas, un debate ya abierto.

Las dudas de la dirección nacional del PP -con la Comunidad y Madrid en el centro de todos los debates- llegaron al punto que se encargó una encuesta preguntando, al margen de Fabra, por Esteban González Pons, las conselleras Catalá y Bonig o, incluso, el vicepresidente José Císcar. Durante la reciente convención nacional del PP, Fabra no arrancó ni un pequeño gesto para desbloquear su elección. Ahora ya sabe que será candidato y tendrá que meterse de lleno en la campaña.