Del aeropuerto de Castellón a las lagunas de Rabassa. Desde Feria Valencia al Palau de les Arts. De las empresas públicas autonómicas a las municipales, sin olvidar las que dependen de las diputaciones provinciales. De la Fórmula 1 a los presuntos cohechos de Enrique Ortiz con el exalcalde Díaz Alperi. La Comunidad Valenciana oficial se vertebra en torno a las sospechas de corrupción, la mayor parte de ellas protagonizadas (mal que le sepa a la exalcaldesa Castedo) por dirigentes populares. Los escándalos, lejos de ralentizarse se aceleran. De algunos se habla con sordina y de otros ni siquiera se habla. De uno de ellos, del congreso nacional del PP en el que se eligió en Valencia a Mariano Rajoy, se volverá a hablar. Un juzgado de Madrid investiga si el partido pagó el evento o fue un gracioso regalo de Feria Valencia, cuyo patronato preside Rita Barberá. Permanezcan atentos a la pantalla. Y no se pierdan la historia de un dirigente provincial del PP que presume de dirigir su institución como una empresa y su empresa como una familia. Es probable que su afirmación sea tan literal que, en efecto, la institución beneficie a su empresa y ésta a su casa. Cosas peores se han visto. J. T.