El presidente de las Cortes, Juan Cotino, se niega a dimitir. Resiste, al menos de momento, al órdago que le lanzó la Generalitat el pasado viernes cuando la portavoz del Consell, María José Catalá, le emplazó a marcharse tras conocerse parte de las escuchas que figuran en el sumario de la operación Brugal. Grabaciones en las que su sobrino y el empresario Enrique Ortiz vinculan a Cotino con movimientos para favorecer a las empresas de su familia y al entramado societario del propio Ortiz, imputado junto a la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, en el procedimiento que investiga el supuesto amaño de operaciones urbanísticas la capital pero también en la trama Gürtel. Fabra le estrechó aún más el cerco durante un acto en Valencia pero, sin embargo, Juan Cotino está dispuesto a atrincherarse y a aguantar el golpe: rechaza por completo haber favorecido a ninguna sociedad durante su etapa en el Consell con Francisco Camps y se niega en redondo a dimitir.

La bronca entre Fabra y Cotino tiene, desde luego, un enorme calado. Político pero también institucional. A menos de un año de las elecciones autonómicas y municipales más decisivas en las últimas dos décadas, agrava aún más la crisis interna que arrastra al PP, en su peor momento desde que llegó a las principales instituciones de la Comunidad en 1995 y, como apuntaron los resultados de los comicios europeos, en riesgo de perder decenas de alcaldías y también la Generalitat. La pugna enfrenta, en el plano interno del PP, al presidente regional con uno de los máximos representantes de la influyente ala cristiana de los populares. Y, en el marco institucional, a la primera autoridad de la Comunidad con la segunda, rango que corresponde al presidente de las Cortes. Es un conflicto de primera magnitud.

En unas declaraciones durante su visita a las Hogueras de San Juan, el titular del Consell ya afeó la conducta a Cotino por el contenido de esas escuchas. El pasado viernes, durante su habitual comparecencia posterior a la reunión del Ejecutivo autonómico, la consellera María José Catalá le apretó un poco más las tuercas y le emplazó a marcharse. «Si yo estuviera en su situación me iría», vino a decir la nueva portavoz del Consell en un mensaje claro y contundente que ayer mismo, a primera hora y antes de marcharse a Madrid a la reunión del comité ejecutivo del PP, el propio Alberto Fabra remachó. «Yo acepto la dimisión de aquel que se quiera ir, no solo de él (Cotino), sino de cualquier otra persona», subrayó el responsable de la Generalitat antes de rematar su intervención. «Hay una línea que algunos se han dedicado a criticar, pero que, desde luego está muy clara: cualquier persona imputada en el Gobierno o el grupo parlamentario tendría que presentar la dimisión y si eso se diera en el caso del señor Cotino, desde luego tendría que renunciar», insistió Alberto Fabra.

El titular del hemiciclo autonómico no está dispuesto a ceder. Y lo dejó muy claro justo antes de la reunión de la Mesa de las Cortes en sus primeras declaraciones desde que estalló el escándalo. «Nunca he favorecido a ninguna empresa de ningún tipo», alegó Cotino que rechazó de plano cualquier opción de presentar su dimisión. El titular del hemiciclo autonómico restó importancia al impacto de las escuchas -«son las mismas de hace un año», ninguneó- y evitó hablar sobre el respaldo de la Generalitat, que ya le ha abierto la puerta hasta en tres ocasiones. «Uno se tiene que sentir respaldado especialmente consigo mismo, que es lo más importante, porque cuando uno en la vida está tranquilo con sus acciones tiene el respaldo más importante, que es el suyo», apuntó el que fuera conseller durante la etapa de Camps.

Cotino, que el año que viene cumplirá 65 años, explicó que su voluntad política es dejar paso a otros cuando le llegue la edad de jubilación y, por ello, presentará la dimisión «el día y la hora» que tiene previsto «desde hace mucho tiempo». El titular de las Cortes recordó que, por ahora, no está ni siquiera imputado con lo que no ha traspasado la «línea roja» de Fabra que le obliga a dimitir aunque, sin embargo, fuentes del PP dieron por hecho que Cotino dimitiría si llega a ser encausado. «Me puedo arrepentir de muchísimas cosas. Meto la pata muchas veces, pero nunca he metido la mano en ningún sitio, ni he permitido que nadie la ponga», concluyó el dirigente popular.