Acaba de fallecer Juan Antonio Montesinos. Su muerte me causa el dolor lógico por la pérdida de una persona muy querida y también evoca recuerdos del pasado. Juan Antonio fue mi predecesor como presidente del PP. Dirigió el partido en momentos muy difíciles y también muy gratos, como cuando como consecuencia de la práctica desaparición de UCD en las elecciones generales del año 82, sacó tres escaños por Alicante después de una travesía bastante complicada.

Durante todos esos años, y posteriormente en gran medida también, Juan Antonio fue todo en el partido en la provincia, marcó una impronta de tal profundidad que es prácticamente imposible concebir el PP de Alicante sin tener muy presente su figura.

Después de las citadas elecciones de octubre de 1982, tuvo la generosidad de abrir el partido a muchísimos antiguos miembros de UCD que, lógicamente, quisieron continuar su vida política en la formación que quedaba representando al centro-derecha. Años más tarde, en 1991, tuvo la misma generosidad cuando, como consecuencia del denominado Congreso de Refundación y la llegada de una nueva generación de dirigentes liderados por José Mª Aznar, le sustituí como presidente del Partido.

Cuento esto que es sabido por cuantos en aquellos tiempos nos dedicábamos a la política, para de forma apresurada resaltar lo que me interesa en este momento: la altura de un hombre que con pasión escribió una parte importante de la historia política reciente de los alicantinos, siempre en la defensa de sus ideas y de su tierra y sobre todo, su calidad humana. Juan Antonio fue una buena persona, que es desde mi punto de vista, lo mejor que al hacer balance de toda una trayectoria se puede ser en esta vida.

Son muchas las cosas que me vienen a la memoria y que podría contar en estas líneas, pero no es eso lo que persigo.

La tarde de ayer fue, sin duda, de enorme dolor para los que le quisimos, y sobre todo para su familia, a quien me uno en su recuerdo, de forma muy especial a su hija Macarena, quien con la misma generosidad y talla humana que su padre, ha sabido recoger el testigo de la defensa de los intereses de los alicantinos.

Hoy despediremos a Juan Antonio, pero yo quiero dejar testimonio de mi cariño, gratitud personal y de mi reconocimiento público para el amigo que dedicó todas sus energías a su familia, su tierra y sus ideas.