Los contratos públicos sufrieron en 2012 un nuevo batacazo hasta el punto de que el importe de las licitaciones impulsadas por la Generalitat representaron una décima parte de lo adjudicado dos años atrás: 190 millones de euros frente a los 1.137 millones de 2010. La conclusión es evidente: la Administración valenciana está parada. La asfixia de las cuentas públicas hace que el margen de maniobra de las consellerias sea cada vez más estrecho. Los presupuestos dan para poco más que pagar las nóminas y el gasto corriente que supone levantar todos los días las persianas de colegios y hospitales. A lo largo de 2012, las distintos departamentos de la Generalitat licitaron contratos por valor de 190,2 millones de euros frente a los 564 millones adjudicados el año anterior, es decir, un 66,3% menos. Es el segundo derrumbe seguido.