El expresidente Francisco Camps apareció ayer por las Cortes con el pleno «escoba» conocdio así por despachar todos los asuntos pendientes ya en marcha. Acudió a saludar a algunos compañeros de bancada y se sentó en el escaño de su compañera María José García Herrero, entre David Serra y Maira Barrieras. El suyo, entre Rita Barberá y Sonia Castedo ambas ausentes, está en la fila de abajo. Diputados de la oposición achacaron el «error comprensible» a la escasa asistencia del exjefe del Consell a la Cámara. Los diputados del PP vecinos de Camps aseguraron que el expresidente estaba bromeando. Por la tarde, la oposición denunció que el presidente de las Corts, Juan Cotino, retrasó la votación de la propuesta de crear una comisión de investigación sobre Marina Salud para dar tiempo a diputados del PP a entrar en el hemiciclo y evitar que fuera aprobada.

El debate arrancó con Rafael Maluenda subido al estrado. El portavoz adjunto del PP tiene el don de quienes a base de traca y folclore aparentan improvisación para camuflar estrategias pautadas. Y hasta «liquidaciones» por encargo. Ayer, el veterano diputado no pronunció el nombre de Blasco. Todas las palabras que dedicó a Tauroni (del que recordó su condición de preso y al que tildó de «presunto delincuente») sonaron a patadas a Blasco. El popular llegó a llamar «señor», el colmo de la distancia, al amigo de Blasco. En la bancada popular, apenas 29 almas (de 54) siguieron el debate.

Solo dos veces abandonó el apestado exconseller su estado catatónico: cuando Alfonso Rus pasó a saludarle y en el instante en que Marina Albiol (EU) recordó que la imputada Maribel Castillo, secretaria de Tauroni, comentaba en una grabación que se «montarían otro chiringuito» en función de la conselleria en la que «cayera Blasco». Eran las 13.36 horas y el no adscrito dibujó una mueca y esbozó una media sonrisa. «Ha estado muchas veces al borde del precipicio y ahora está en las puertas de Picassent», atacó Albiol. Le llamó «artista circense» y «personaje oscuro» que pasó de «revolucionario del FRAP a neoliberal del PP». Eso a Blasco no le desagradó. Pero lo que de verdad le entusiasmó fueron las constantes alusiones de Albiol, Clara Tirado y Mireia Mollà a que Blasco «es de los suyos, del PP». Se nota que el escaño 92 que ahora ocupa Blasco queda en el lado de la oposición. Y que este Blasco y este PP, polos opuestos, no logran despegarse.