Convivir o romper por completo. Esa es la tesitura a la que se enfrentan en los próximos días las "familias" del socialismo alicantino. La dirección del PSPV, cuyo papel ha sido muy cuestionado en este proceso por su falta de autoridad para timonear una salida, apuesta por facilitar espacios de convivencia política entre los socialistas alicantinos al tiempo que también es partidaria de mejorar la coordinación entre la ejecutiva local que lidera Gabriel Echávarri y el grupo municipal en el Ayuntamiento de Alicante, en el que, pese a todo, los cinco ediles díscolos continúan formando una clara mayoría. Tendrán una oportunidad más de integrarse, apuntan desde el PSPV. Será la última. A la próximo, la ejecutiva de Ximo Puig no está dispuesta a ceder.

Así que ahora los socialistas alicantinos, a sabiendas de que hay pocas posibilidades, se enfrentan a la obligación de cuadrar un proceso de pacificación para evitar una fractura total. La dirección del PSPV concede, en este sentido, gran importancia a la asamblea convocada para el 20 de julio, en la que Echávarri someterá su gestión a la consideración de los militantes. Ximo Puig aboga por intentar que el encuentro se centre en poner encima de la mesa propuestas para sacar Alicante de la crisis y, de paso, tratar de evitar -algo que, a día de hoy, parece complicado- que las intervenciones se conviertan en una sucesión de reproches entre los seguidores de uno y otro bando.

La sugerencia de celebrar una asamblea como salida al enredo fue, desde un principio, una alternativa lanzada por el propio Ximo Puig. El líder de los socialistas valencianos quería que Gabriel Echávarri se sometiera a los afiliados y, desde esa mayoría, enfrentarse al conflicto con una mayor legitimidad. Lo cierto, sin embargo, es que la asamblea es un arma de doble filo. Echávarri se la juega. Con poca participación de la militancia -la fecha no es la mejor, desde luego, para la convocatoria- o con un resultado inferior al 70% que logró como apoyo hace un año, la ejecutiva local sale más debilitada del envite. Es un obstáculo más para un proceso que, en cualquier caso, se antoja muy complicado.Una operación, desde luego, que entraña un notable volumen de riesgos.

De momento, los díscolos se pueden reintegrar al trabajo municipal bajo las siglas del PSOE. La dirección de Ximo Puig, en este sentido, apuesta por un acuerdo que garantice tranquilidad en el debate político. Es decir, que el grupo municipal socialista se mantenga unido en las votaciones y evite la imagen de división que ha ofrecido en varias ocasiones. Y, en segundo término, por diseñar un marco estable de relaciones entre el grupo municipal y la dirección local del partido. Resumen: un acuerdo de convivencia y de mínimos hasta el final del actual mandato.

En todo caso, la cúpula de los socialistas valencianos no quiere más broncas. Es la última, dicen, que permitirán. Los díscolos deben reintegrarse y cumplir; o, en caso de que se genere un nuevo conflicto, se quedarán al margen del proyecto. La dirección, de hecho, ya tenía a punto las expulsiones de María José Adsuar y Alejandro Parodi, paralizadas "in extremis". La dirección logal, así, descarta una negociación al uso: "Ahora todos -por los críticos- tienen que ponerse a trabajar".

Un calendario muy marcado por los procesos internos

La decisión de Ximo Puig de solicitar una dispensa a Madrid para adelantar la celebración de las primarias socialistas en las que se elegirá el candidato a la Generalitat supondrá que el calendario del PSPV, hasta octubre o noviembre de 2014, esté salpicado por los procesos internos. A la vuelta del verano, los socialistas se prepararán para su conferencia política federal. Después de Navidad, con total probabilidad, se celebrarán las primarias autonómicas y unas semanas después el PSPV tendrá que elegir a su candidato en los comicios a Europa. Para septiembre de 2014, quizá, se organicen las primarias federales y unas semanas más tarde la elección de los candidatos municipales en las principales ciudades. Un calendario centrado, por tanto, en clave interna.