Llevan mucho tiempo divididos, enfrentados, fracturados... pero los socialistas encaran ahora, después de una nueva jornada marcada por el esperpento y que les puede dejar con la menor representación municipal de su historia en Alicante, una espiral de autodestrucción masiva que les conduce, en un camino para el que no se vislumbra vía de retorno, hacia la marginalidad política. Una maniobra de los cinco concejales críticos, liderados por Gabriel Moreno y Elena Martín, para tomar al margen de la ejecutiva socialista el mando del grupo municipal acabó por desintegrar la formación y la hizo estallar en mil pedazos. La operación para echar a Miguel Ull como portavoz y relevarlo por María José Adsuar -desautorizada más tarde por Ferraz, por la dirección del PSPV y, según la versión de la cúpula socialista, por el propio secretario municipal- sitúa a los cinco ediles a las puertas de la expulsión y de dejar al partido con una representación de tres concejales, una crisis sólo comparable a la pelea a puñetazos entre Antonio Fernández Valenzuela y el que fuera alcalde José Luis Lassaletta o a la que se registró en su día con el respaldo inicial de los regidores socialistas al macroplán de Rabasa.

En una jornada con tintes grotescos que entierra por completo las opciones del socialismo alicantino para el resto del mandato y que puede dejar al PSOE -que llegó a gobernar Alicante con una mayoría absoluta de 17 concejales- en un papel menor con sólo un edil más que EU y sin una voz autorizada en los grandes temas de la ciudad, los ediles Gabriel Moreno, Elena Martín, María José Adsuar y Alejandro Parodi más la diputada provincial Ana Paula Cid, de baja pero a la que recogieron la firma, se reunieron, poco después de las nueve de la mañana, para remodelar el grupo municipal a raíz de la ruptura en una votación sobre el PGOU de Alicante. Los afines a la ejecutiva de Gabriel Echávarri se ausentaron para evitar dar barniz de legalidad a la cita. Ni Miguel Ull; ni Loles Fernández, miembro de la dirección del PSPV; ni tampoco Manuel Marín, de baja por enfermedad, acudieron. Aún conociendo una comunicación verbal ratificada luego por escrito de la dirección del PSPV -a la que Gabriel Echávarri había solicitado amparo- en la que se les desautorizaba de forma clara y expresa, los críticos siguieron adelante: decapitaron a Ull y encumbraron al tándem Adsuar-Parodi como portavoz y adjunto, respectivamente.

Tampoco tuvo éxito la dirección provincial que, dos horas más tarde, les trasladó igualmente su negativa a una operación sobre la que, además, planea la sombra de intentar forzar la caída de la ejecutiva local y el nombramiento de una gestora. Los críticos también hicieron oídos sordos -"les hemos comunicado el rechazo del PSPV pero ni nos han contestado", detalló Echávarri a última hora de la tarde- y registraron en el Ayuntamiento de Alicante un escrito con el cambio de portavoz. Al tiempo, pedían a los tres concejales que no acudieron a la reunión que firmaran el relevo con la amenaza de tomar medidas más drásticas -dirigentes socialistas interpretaron que la expulsión- contra ellos. Antes de las dos de la tarde, los díscolos, en rueda de prensa, justificaron la destitución de Miguel Ull por disparidad "ideológica" y de criterios a la hora de "luchar contra la corrupción".

Para entonces, con un escándalo que ya había llegado hasta Ferraz y que copaba los comentarios de los militantes socialistas en las redes sociales, ya estaban en Alicante Alfred Boix, jefe del "aparato" del PSPV y hombre de confianza de Ximo Puig, al que se unió posteriormente David Cerdán, secretario provincial y más comprensivo con las tesis de los ediles críticos. Cerdán quería evitar a toda costa la expulsión de los díscolos -Elena Martín forma parte de su ejecutiva- y propuso que se les citara, algo que se produjo a las cinco y media de la tarde. Como solución planteó que una comisión provincial regulara la relación política entre los ediles críticos y la ejecutiva de la capital. Eso suponía, en la práctica, tutelar a la agrupación de Alicante. En media de una fuerte tensión y de graves reproches, Echávarri rechazó aceptar mientras los díscolos se negaban a deponer su actitud exhibiendo sentencias judiciales como una amenaza velada para acudir a los tribunales y David Cerdán optaba por abandonar la sede.

Al tiempo que los cuatro ediles críticos tomaban café en una céntrica cafetería de Luceros, Ferraz remitió un informe de cuatro hojas, solicitado por la dirección del PSPV, que, en la práctica, desautoriza su postura, considera nula la reunión y sólo avala el nombramiento de un portavoz a propuesta de la ejecutiva local. Así que para la cúpula socialista Miguel Ull sigue siendo el cabeza visible del grupo mientras que, por contra, para los críticos es María José Adsuar. "Si no deponen su actitud mañana (por hoy), aplicaremos los Estatutos", proclamó Gabriel Echávarri, con el aval de Ferraz y del PSPV, al término de la reunión urgente que la permanente de la ejecutiva de los socialistas alicantinos celebró en la sede de Pintor Gisbert. Es la antesala, salvo un acuerdo que nadie espera, de otra sangría que deja al PSOE fuera de la realidad de la ciudad de Alicante. En la absoluta irrelevancia.