Opinión

El gran Juan Carlos Calderón

Juan Carlos Calderón

Juan Carlos Calderón / Alberto Martín/ EFE

Cuando me preguntan cuál fue el mejor tema que llevó España a Eurovisión no dudo en contestar que La fiesta terminó, defendido por Paloma San Basilio en 1985. Su autor, Juan Carlos Calderón, también lo fue de las preciosas canciones interpretadas por Mocedades, Sergio y Estíbaliz y Nina. Sin embargo, pese a contar con sólo 22 años en aquella edición, mi respuesta es automática. La fiesta terminó, aunque no tuviese nada que ver con la música que escuchaban los coetáneos de mi edad en sus ratos nocturnos de ocio, siempre fue mi temazo preferido («temazo», uno de los términos que ha cobrado auge de un tiempo parte en la jerga de los especialistas).

Qué duda cabe que a medida que ha pasado la vida continué consagrándome a san Juan Carlos Calderón. Por eso fue un todo un trance disfrutarle en las distancias cortas en un homenaje que le hizo el Casino de Santander en donde él, en la comparecencia con la prensa, prefirió hablar con el en vez de con las palabras. Y se expresaba con lenguaje de jazz.

Con motivo del reciente Día Internacional de Jazz, la Fundación Mediterráneo acogió una conferencia de Vicente J. Ruiz sobre Juan Carlos Calderón en donde desveló algunas de las claves de su composición, ilustrándola con su música. Fue una de esas jornadas abrileñas que vivimos embelesados, con el lagrimal húmedo.

Me atrevo a afirmar sin ningún tipo de matices que Calderón fue uno de esos genios de la música que salen cada mucho tiempo. Logró un sonido propio. Compuso temas para los mejores del momento, que fueron versionados por los más aclamados del mundo. Pocos saben que el hombre que llevó a Eurovisión cuatro de las canciones más hermosas de la historia, fue arreglista de Mediterráneo, la canción más valorada para los españoles.