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Dios mediante

En la Vega Baja del río Segura, al sur de la provincia de Alicante, los agricultores siguen con sus labores agrarias y la preparación de nuevas cosechas, como lo vienen haciendo inalterablemente desde hace mucho tiempo. Estamos en época de plantar la alcachofa, cuyo "fruto" podremos empezar a degustar, "Dios Mediante", poco antes de la próxima Navidad. Los "alcasiles" como se siguen nombrando en la huerta, se plantan con el método tradicional. Con un intenso riego a manta, la tierra se humedece y se ablanda para recibir, una a una y plantadas a mano, las estacas o esquejes que pronto brotarán y darán lugar a las nuevas plantas, cuyas flores, las alcachofas, en noviembre formarán parte de nuestras, cenas, comidas y almuerzos diarios. Cualquiera que se dé una vuelta por las tierras de la huerta a principios de este agosto del 2020, le parecerá que todo sigue igual, como si fuese un reflejo del año pasado y del anterior, y del anterior. Pero no, este agosto está siendo peculiar, igual que lo está siendo el verano.

Los más viejos de mi barrio, enclavado en pleno corazón de la huerta de la Vega Baja, no recuerdan un verano como el que nos está tocando vivir. Algunos recuerdan otros agostos tórridos, muy secos y donde la falta de agua arruinó la mitad de sus cosechas e imposibilitó plantar otras. Y, al contrario, a duras penas algunos recuerdan aquellos meses de julio, excesivamente húmedos, que se llevaron por delante el maíz, los melones y las sandías, que ha medio cosechar, se pudrieron en los bancales. Incluso a los más mayores, los centenarios, no les ha extrañado la estampida que ha dado el rey emérito, el jubilado Juan Carlos I, huyendo de España. Ya en 1931, siendo ellos niños, lo vivieron con otro Borbón, el abuelo del que ahora se fuga. Fue el rey Alfonso XIII y en la noche del 14 al 15 de abril, recién instaurada la república, el que también huyó, escondiéndose en París. Ellos dicen que "de casta le viene al galgo" y no están faltos de razón. Pero, volviendo al tema, lo que nadie, nadie recuerda es un verano donde las rutinas y la cotidianidad de las labores huertanas no se viesen placenteramente interrumpidas por las fiestas de los pueblos, municipios y pedanías vecinas. Fiestas que tenían su apogeo cuando se celebraban las de su propio barrio. En esos días las faenas de la huerta, parcialmente, se aparcaban durante unos días para disfrutar y tomar parte en las festividades en honor a su patrona, La Virgen de los Dolores. Las únicas minivacaciones que se permitían a lo largo de todo el año. Pero ya saben que este año, para finales de agosto, no se podrán llevar a cabo.

Se echará en falta la visita de la comisión de fiestas, grupo de personas que de casa en casa van pidiendo la voluntad de cada vecino, traducida en euros, para hacer frente a los gastos de las fiestas. Visitas que se realizan al atardecer, acabadas las faenas de la huerta y que en un ambiente pre-festivo, celebran los donativos de los vecinos con el lanzamiento de cohetes. Este año se echará en falta la elección de la reina de las fiestas. Tampoco se celebrarán las carreras de cintas, ni el partido de solteros contra casados. No se disfrutará de la verbena popular, y nos quedaremos con las ganas de saber qué artista vendrá a nuestro barrio. No habrá desfile de carrozas, y por supuesto tampoco procesionará nuestra patrona por nuestras caminos y calles acompañada de todos los vecinos, de las reinas, de alcaldes pedáneos, de las manolas, de los niños y niñas vestidos con sus trajes de comunión y, por supuesto, de la banda de música. Tampoco, ya como colofón de las actividades festivas, se llevará a cabo la "fiesta de la morera". La comisión, según el presupuesto que les haya sobrado, pone leña, bebidas, sillas y mesas. Los vecinos con sus propias viandas: tortilla de patatas, conejo frito, ensaladilla, filetes empanados, olivas, "tramusos", cacahuetes, higos y melocotones; no podrán reunirse alrededor de las mesas y al son de algún musical de aficionados; tampoco podrán dar por finalizadas las fiestas hasta el próximo año. Este año no podrá ser.

Los agricultores acostumbrados como están a poner sonrisas a las penurias, muy dados a no preocuparse de las contrariedades cuando tienen remedio y, si no tienen remedio, para qué preocuparse, dejarán pasar este verano. Porque este verano pasar, pasará, como pasaron los anteriores por muy buenos o malos que fuesen. El próximo verano, Dios mediante, celebrarán su fiesta y también veremos desde el 15 de mayo festividad de San Isidro, hasta el 12 de octubre día de La Pilarica; cómo los cielos de la Vega Baja, noche tras noche, se vuelven a iluminar con el lanzamiento de las alboradas homenajeando a sus patronas y patrones.

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