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Vicente Magro Servet

Correo urgente

Vicente Magro

La batalla al virus: ¿ocio, diversión, reuniones o responsabilidad colectiva?

Sabemos, y así se ha acreditado, que una de las causas de los rebrotes del virus que están existiendo se debe, no solamente a la insolidaridad e irresponsabilidad de muchos ciudadanos ante los requerimientos y órdenes obligatorias que se están poniendo encima de la mesa por las autoridades como mascarillas obligatorias y distancias de seguridad, sino, también, en la inexistencia de prevención y autocontrol en las conductas de algunos ciudadanos que solo piensan en el ocio, y en pasárselo bien, olvidando la grave situación económica por la que atraviesa el país y la correspondiente correlativa agravación de la misma si se sigue poniendo encima de la mesa y con carácter de preferencia el ocio y la diversión, así como la reuniones y eventos grupales por distintas causas, antes que la necesaria contención del contagio del virus y la planificación de medidas personales y colectivas para que el país pueda volver a la situación que había el 14 de marzo.

Esos 200 brotes que existen en el país activos en la actualidad se debe a esa irresponsabilidad individual de cada uno de los ciudadanos que pasean por la calle sin mascarilla, pese a la existencia de la obligatoriedad, y el desafío que ellos están haciendo al trabajo colectivo de todos aquellos que están poniendo encima de la mesa lo necesario y suficiente para evitar una nueva situación de confinamiento y la destrucción de más puestos de trabajo en el país. Y los que priman el fomento de reuniones y fiestas antes que la contención, la mente fría y la reflexión seria que necesitamos de que esta situación es dura. Muy dura. Y puede acabar muy mal otra vez.

Pero el problema radica en que para muchas personas solo importa el presente y el pasárselo bien, así como en celebrar sus cuestiones personales frente a los planes de prevención y control para asegurarse, ahora, un presente y futuro con el desempeño de una actividad laboral adecuada y el esfuerzo que es preciso llevar a cabo para labrarse un futuro y un porvenir. Pero, por ello, evitar que todo esto sea un imposible si algunas personas se siguen comportando con el egoísmo con el que lo están haciendo.

Muchos ciudadanos olvidan lo que es la prevención y dejan al lado lo que es la planificación de medidas en el presente para asegurarse un futuro laboral y personal que le permita luego tener su tiempo también de ocio y de diversión y celebrar los eventos que quieran, pero cuando hayamos salido de esta situación, no ahora. Porque ahora todo lo que se salga de lo que se debe hacer es «colaborar con el virus» y ayudarle en su difusión.

Recordaba a estos efectos, el famoso boxeador Cassius Clay, - también conocido por Muhammad Ali-, una frase demoledora que decía que «la batalla está ganada o perdida antes de subir al ring». Y se refería el boxeador a que solamente con un gran entrenamiento y un extraordinario sacrificio se puede subir a un ring para enfrentarse a otro luchador en las mismas condiciones y características que él. Porque él estaba convencido de que si hacía lo posible para entrenarse, cuidarse y hacer los sacrificios que eran necesarios, tenía las papeletas y las posibilidades de ganar. Pero si esa preparación previa y esos sacrificios no existían subiría al campo de juego con la derrota ya garantizada. Y eso es lo que está ocurriendo en la actualidad con aquellos que ponen encima de la mesa la necesidad de hacer, por encima de todo, reuniones familiares o grupales, o celebración de eventos a toda costa a sabiendas, porque lo deben saber, que esas reuniones que hacen para celebrar cualquier tipo de eventos ponen el riesgo a los suyos y a todos aquellos que van acudir a ese tipo de reuniones. Con ello, no es posible apelar solo a la responsabilidad individual de los ciudadanos, cuando se ha demostrado que mientras existan personas que no tengan esa responsabilidad reclamada se pone en riesgo y peligro la situación de todos los demás.

Decía también Séneca que los males previstos resultan menores, entendiendo que si sabemos dónde está la razón del contagio y el riesgo de que éste se provoque, está claro lo que no tenemos que hacer. Sabemos lo que hemos sufrido durante dos meses y medio, pero algunos lo olvidan dolosamente, y, lo que es peor, se jactan y vanaglorian de ello. Por ello, dado que olvidan por completo de forma consciente la existencia de estos males que van a ocurrir con sus incumplimientos, nos lleva a una situación en la que la ordenanza obligatoria debe primar por encima de las esperanzas del cumplimiento individual, que se ha visto que no nos lleva nada más que al incumplimiento.

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