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Manuel Desantes Real

¿Dónde está Europa? (IX) - ¿Servirá el Plan Michel?

A estas alturas de la película, todos somos plenamente conscientes de lo que nos jugamos los europeos -y muy especialmente los españoles- este fin de semana. Los encuentros bilaterales se han multiplicado exponencialmente los últimos días y este viernes 17 de julio se abre la veda. Sobre la mesa solo dos puntos: el instrumento de recuperación "Next Generation EU" y el Marco Financiero Plurianual (MFP) para el período 2021-2027.

¿Habrá acuerdo? Mucho me gustaría equivocarme... pero me temo que no. Sin embargo, estoy convencido de que el acuerdo llegará antes o después de la relativa pausa de agosto. Y lo hará in extremis, como siempre ocurre en este maravilloso -la alternativa es resolver los problemas a tortazos, como siempre se ha hecho- y a la vez miserable -propuesta, pequeño avance, retroceso, pequeño avance €- mecanismo de adopción de decisiones que denominamos "consenso", donde al final todos deben percibir que ganan y nadie puede salir humillado o con las orejas gachas. Y sería necio no reconocer que el puzzle es complejo, en la medida en que hay que ubicar en su lugar adecuado no sólo la cuantía del Fondo sino su reparto entre subvenciones y préstamos, el calendario de implementación y de devolución, los criterios de atribución -a qué países y en función de que parámetros-, las condiciones para su recepción, la gobernanza del sistema, los mecanismos de supervisión, el futuro de los recursos propios que deben nutrir el presupuesto de la UE € Desgraciadamente, los seres humanos necesitamos tiempo para las digestiones y todavía no hemos encontrado la fórmula mágica para acelerarlas. Es lo que hay.

Por todo ello, es en mi opinión fundamental contemplar el tarro medio lleno y evitar el recurso fácil a la estigmatización del oponente. ¿Qué tenemos hasta ahora? Pues hay ya mucha harina en el saco. Por una parte, porque la necesidad de crear el macro-fondo de recuperación fue adoptada unánimemente por el Consejo Europeo el 23 de abril y nadie pone en duda a estas horas su carácter esencial: si no hay acuerdo sobre el Fondo, y si éste no empieza a irrigar a las economías devastadas por la pandemia como muy tarde a principios del 2021, la Unión Europea está abocada al infierno. Por otra, porque la Comisión Europea recogió el guante y -al socaire de un ambicioso acuerdo franco-alemán concretado en un sistema de subsidios de 500.000 millones de euros- propuso el 27 de mayo un fondo mixto que unía a esta cantidad otros 250.000 millones de euros en créditos. En tercer lugar, porque el primer asalto -de reconocimiento: es decir, para denotar que había dos grupos de Estados ubicados en las antípodas- se celebró el 19 de junio, de manera que los necesarios prolegómenos ya han tenido lugar. En cuarto término, porque el día 1 de julio dio comienzo el semestre de presidencia alemana del Consejo y la señora Merkel ha expresado a todo el que ha querido escucharla que en este envite concentra todo su legado político. En fin, porque hay ya una "Hoja de Ruta" o "Propuesta Revisada": la que presentó el día 10 de julio el presidente del Consejo, Charles Michel.

En este marco se va a desarrollar el segundo asalto: la reunión extraordinaria que se celebra hoy y mañana en Bruselas en el primer encuentro presencial del Consejo Europeo desde que el confinamiento impuso las incómodas videoconferencias a 27 bandas. El menú está ya condimentado y tiene un mérito añadido: el "Plan Michel" viene, por primera vez, "desde dentro" del propio Consejo Europeo. Hilvanados de tal manera que constituyen un "paquete" donde no debería haber vencedores ni vencidos, la propuesta contiene seis elementos destinados a desbrozar el tortuoso camino de la negociación. Conviene conocerlos, porque nos dan la clave para entender el proceso.

Uno, el tamaño del MFP 2021-2027, cifrado en más de un billón (millón de millones) de euros, cantidad que debería ser suficiente para cumplir los objetivos a largo plazo de la UE y para preservar la plena capacidad del Fondo de recuperación.

Dos, la cuantía del Fondo, donde se respeta el importe máximo de 750.000 millones de euros propuesto por la Comisión, quien estará autorizada a solicitar préstamos mediante la emisión de obligaciones -garantizadas por sus recursos propios- en nombre de la Unión en los mercados internacionales con vencimientos de entre tres y treinta años.

Tres, la proporción entre prestamos y subvenciones. Es evidente que éste será uno de loa escollos mayores € y aquí el Plan Michel no ayuda mucho porque se limita a esbozar que debe existir un "equilibrio", que es lo mismo que no decir nada.

Cuatro, la continuidad del "mecanismo de corrección presupuestario". Este mecanismo fue introducido en 1984 a favor del Reino Unido e implicaba una reducción de su contribución al presupuesto comunitario si se demostraba que esta contribución era excesiva frente a su prosperidad relativa, es decir, su riqueza respecto de la UE en su conjunto. Veinte años después se amplió a Alemania, los Países Bajos, Suecia, Dinamarca y Austria y se hizo a través de un procedimiento farragoso, complejo y poco transparente que tanto la Comisión cuanto el Parlamento han reclamado repetidamente abandonar de forma gradual. En un guiño a los "países frugales" -la zanahoria-, el Plan Michel propone mantenerlo por lo menos hasta 2027.

Cinco, los criterios de asignación de los Fondos -detalle vital para los intereses españoles- y su temporalidad. El Plan Michel respeta los criterios de asignación de la Comisión -España podría obtener hasta 140.00 millones de euros, la mitad de ellas en subvenciones- y propone que el 70% se comprometan en 2021 y 2022 y que para el 2026 la totalidad del montante debe haberse desembolsado. Ese año comenzarían a devolverse los créditos asignados a cada país.

Y sexto, unos criterios claros de gobernanza y condicionalidad que impliquen a) la elaboración de planes nacionales de recuperación y resiliencia, b) la asignación del 30% de la financiación a proyectos relacionados con el cambio climático y c) el establecimiento de un mecanismo de supervisión del estado de Derecho como condición para acceder a los fondos, en clara alusión a la deriva de Estados como Polonia y Hungría.

El reto, como es fácil colegir, es mayúsculo, y en su resolución estamos todos implicados... y sobre todo estaremos afectados. ¡Es la hora de apostar por Europa!

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