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Marc Llorente

Ver, oír y gritar

Marc Llorente

Rebrotes y abstención

Sin haberse presentado a estas elecciones gallegas y vascas con mascarilla y pantalón corto, el presidente Sánchez no consigue que su partido alce el vuelo más allá de los resultados de 2016 en ambas comunidades. La pandemia ha causado muchos estragos, circunstancia poco favorable para el Gobierno de coalición, aunque podría haber sido peor. Los rebrotes no dan tregua e invitan a abstenerse. Y el PP de Casado no logra el desgaste socialista en su loca batalla contra el enemigo, pese a la cuarta mayoría absoluta de Feijóo. Los populares naufragan en Euskadi, donde han concurrido en coalición con Ciudadanos, y el PNV, con Urkullu al frente, podrá volver a ser lehendakari pactando con los socialistas.

Podemos no ha podido en Galicia, y el grupo besa la lona en el cuadrilátero electoral. Necesita una organización estable, transversal y arraigada. La ambición de "construir pueblo", según indica el líder de Más País y exdirigente de Podemos, Íñigo Errejón. Pierde buena parte de su representación en el Parlamento Vasco y se castiga a la formación de Iglesias, que ahora, gobernando España con Sánchez, existe de otro modo, dentro de ese rol "subalterno" y de los condicionantes que gobernar supone. Pero también con la ventaja que eso representa si se aportan directrices y las cosas funcionan. Un poco prematuro para saberlo porque saltó la alarma de la crisis sanitaria, que ha derivado hacia más crisis económica, y así está el paisaje. Lo que sí es evidente es el cambio en la política al que ha contribuido UP, pensando en las personas.

¿Puede aspirar a otros logros, realmente, que no sean acuerdos con el PSOE de tipo neoliberal progresista? El hecho de que se tambaleé no debe molestar mucho a la gente de Ferraz, de cara al futuro de las urnas en el terreno de las generales. El proceso de fagocitación está en marcha. Las fuerzas del nacionalismo, por otro lado, avanzan en los dos singulares territorios, como prosperaron en Cataluña gracias a la confrontación del Partido Popular con el sentimiento soberanista de la mitad de la población.

Gana el estratega Núñez Feijóo, desmarcándose de Vox (irrelevante en las dos comunidades) y de su propio partido, y pierden las torpes actuaciones de Casado. Sale con flojera, tanto de unas elecciones como de las otras, y el barón y presidente gallego refuerza su liderazgo en el seno del PP. Un modelo a seguir con el que Casado pretende llegar a ser inquilino de La Moncloa. No obstante, el rumbo popular será el mismo con la estrategia de "moderación y centralidad" de la que hacen gala el líder y sus afines más fogosos. No saben hacerlo de otra forma.

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