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La otra España

Lo vemos a diario, las dos Españas coexisten, no hay más remedio, pero no se trata de la España rural frente a la industriosa, ni la turística ante la que no viaja, tampoco de la independentista o la nacionalista, en estos tiempos del virus, se trata de la que utiliza la mascarilla y cualquier otra indicación sanitaria o gubernamental, frente a quienes en su estúpida inconsciencia no lo hace, aumentando con su locura el número de contagios y el riesgo de volver a extender la pandemia.

La otra España no es la de Abascal y su conglomerado de acólitos enojados por y de todo, tampoco lo es la de Pablo Casado y su cohorte de aduladores capaces de seguir colocando palos entre las ruedas para que, parafraseando al ínclito M. Rajoy, cuando más mal, cuando peor le vaya al Gobierno, mejor. Mover las piezas del tablero en mitad de la partida. La España diferente, la otra, es la que antepone ir a votar, antes que hacerlo por el peligro de que el contagio del Covid no aumente. No señores, ¿en qué nos hemos convertido? Muchos compatriotas han perdido la vida, otros muchos el trabajo, el modo de sustento familiar, la ilusión por el presente y la ausencia de aquel futuro mejor. Por perder se está perdiendo la admiración por la Monarquía. Se apaga nuestra ilusión.

Dos Españas reales en las que ni el clima apenas sí nos diferencia. El virus nos ha unido en su miedo, más, insensatos botarates, estúpidos de mente estrecha y enfermiza, dejad de mostraros en manada, alocadamente, pues no sólo hacéis el ridículo, si no que extendéis el virus que tantos esfuerzos y vidas nos ha costado acotar. Recuperemos la sensatez y el orgullo de todos a una. Sin nosotros para contarlo, nada importa. Prudencia señores, la vida merece ser vivida con respeto y libertad, libre de virus.

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