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Rafael Simón Gil

El ocaso de los dioses

Rafael Simón Gil

Los periodistas y el escorpión

No creo que a estas alturas de la historia ninguna de ustedes dos tenga la más mínima duda de que los periódicos editados en los países comunistas como China, Cuba, Corea del Norte o la extinta Unión Soviética -y los periodistas adscritos a esos medios- eran y son un ejemplo de libertad democrática, independencia, rigor informativo y prestigio profesional. Ninguna duda. Nombres míticos como Pravda (Unión Soviética), Granma (Cuba), Rodong Sinmun (Corea del Norte) o El Diario del Pueblo (China), entre muchos otros, evocan inmediatamente el concepto de prensa libre, plural, democrática e independiente que todos desearíamos leer. Por el contrario, Le Monde, The New York Times, The Guardian, Frankfurter Allgemeine Zeitung o La Stampa, entre otros muchos, -y los periodistas adscritos a esos medios- son un claro ejemplo de periodismo sometido al poder, bastardo, manipulador y totalitario. Ninguna duda. Y cuando hablo de periódicos y periodistas me refiero también a emisoras de radio y televisión, revistas y otros medios informativos. ¿Cómo podríamos comparar, por ejemplo, a la desprestigiada y manipuladora BBC británica con la pluralista y objetiva TV3 catalana? Sería imposible, solo de pensarlo me dan escalofríos nacionalistas.

Para defender esa independencia informativa propia de los medios periodísticos comunistas y dotar al periodista español de un perímetro de libertad de expresión, seguridad física y jurídica, pluralidad y derecho a informar libremente, nació Unida Podemos (además de para transformar la inmadura democracia española en un sistema democrático auténtico, revolucionario, progresista y anticapitalista). Y para dar cuerpo real a todo ello, para hacerlo viable e independiente de verdad, nació la figura del vicepresidente segundo del Gobierno. Por encima del partido, la idea, y por encima de la idea, el líder: Pablo Iglesias. Hombre de currículum democrático irreprochable añade también ha ese merecido prestigio su impagable experiencia en un programa de televisión modelo de objetividad, imparcialidad, tolerancia, independencia y rigor informativo: La Tuerka. Y ahora, con la otra vuelta de tuerca (no confundir con la novela homónima de Henry James ni con la ópera de Benjamin Britten) que le ha aplicado pedagógicamente Pablo Iglesias, Echenique y Unidas Podemos al periodismo patrio para defenderlo de sus propios vicios, de sus errores doctrinales, de su equivocada idea de la libertad de información, ya saben todos y todas a qué ejemplo deben atenerse: Pravda, Granma, Diario del Pueblo o La Tuerka. A esos medios sí podemos unidas y unidos llamarles informativos, periodismo revolucionario.

"En cuanto oigo hablar de cultura le quito el seguro a mi Browning", decía el dramaturgo oficial del Tercer Reich Hanns Johst en su obra de teatro "Schlageter", escrita en homenaje al mártir nazi Albert Leo Schlageter, fusilado por el Ejército Francés que ocupaba el Ruhr alemán tras la Primera Guerra Mundial (la frase referida fue atribuida, erróneamente, tanto a Goebbels como a Göring). En cuanto oigo hablar de periodismo (libre) le quito el bozal a mis perros de presa. Dirían hoy los demócratas comunistas respecto del periodismo que asola al mundo occidental, a las sociedades capitalistas falsamente tenidas por demócratas. Ya os pondremos en cintura y, si os quejáis, soltaremos las cadenas a nuestros perros de las redes sociales para que os intimiden, os insulten, os calumnien, os amenacen y os quiten de la cabeza esa estúpida idea que tenéis sobre la libertad de información y el periodismo independiente.

Qué mal se concilian con la libertad y la democracia los ultras de extrema izquierda, el comunismo deconstruído del siglo XXI, los populistas antisistema redentores de las falsas democracias. Como paradigma de esa libertad que odian profundamente, como uno de los primeros enemigos a los que doblegar y disciplinar, está la libertad de información, el periodismo libre. Por eso no pueden soportar la crítica a sus actuaciones cuando viene de las cabeceras de los periódicos, de los programas de radio o televisión. No soportan el control que los medios de comunicación ejercen sobre el poder como garantía y contrapeso de las verdaderas democracias. Ahí está, por si alguien lo dudaba, la furibunda reacción del partido de extrema izquierda Unidas Podemos en la persona de Echenique -el nuevo inquisidor de España- contra determinados periodistas y medios de comunicación, ratificada posteriormente y desde la oficialidad del Palacio de La Moncloa, rodeado de ministros socialistas, por el vicepresidente Pablo Iglesias. Periodistas a los que se identifica con nombre y apellidos para que no haya duda alguna de sus alarmantes advertencias. Para que sientan en la nuca el ominoso aliento del poder.

Tengo para mí que el periodismo y los medios de comunicación han sido demasiado comprensivos, benevolentes, con el fenómeno ultraizquierdista de Podemos y sus líderes. Si pensaban con ello que los encarrilarían por la senda de los usos democráticos ahora reciben el primer aviso. Habrá más. El periodismo libre, independiente, es uno de sus objetivos principales. Luego vendrán también la Monarquía y la Justicia. Lo inquietante de todo esto es que lo están haciendo desde dentro del Consejo de Ministros del Gobierno de España. Desde las intimidantes tribunas de la Moncloa. "Una prensa cínica, mercenaria y demagógica producirá un pueblo cínico, mercenario y demagógico", advirtió Joseph Pulitzer. Están avisados. A más ver.

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