Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las crónicas de Don Florentino

Carta de campechano

Españoles: soy el Rey emérito, "Campechano", conocido por algunos.

Me presento hoy ante vosotros, lleno de orgullo aunque con poca satisfacción. Y me acuso a mí mismo de haberme dejado llevar por la codicia.

Lo siento, no volverá a pasar.

Pero para que esta frase adquiera sentido y no se quede en un recurso dialéctico, como sucedió la vez anterior, hoy vengo dispuesto a hacer un ejercicio de desnudez.

Sí, españoles. Voy a confesaros mis culpas: He sido codicioso. No es excusa que lo hiciera por miedo al futuro, para garantizar la persistencia de mi dinastía en el caso de que sucediera conmigo lo mismo que con mi abuelo Alfonso y me tuviera que marchar al exilio, con toda mi familia dependiendo de la caridad de unos monárquicos, cada día más escasos y menos generosos.

Fue por ese motivo por lo que comenzó ese afán mío por acumular un patrimonio fuera de España, en lugares a resguardo del fisco y de miradas curiosas. Y mis relaciones internacionales me lo facilitaron; mediar en negocios multimillonarios no me fue difícil y de ellos caían, como migajas, cientos de millones que yo recogí con afanes de futuro.

"A mí no me pasará como al abuelo Alfonso" me repetía como mantra exculpatorio tras cada remesa a mis cuentas en Suiza, Panamá o Islas Vírgenes.

Y, poco a poco, se fue acumulando un capitalito.

Unas cosas traen otras, como las cerezas, de manera que pronto me vi implicado por algunos empresarios, entre los que corría una cierta fama mía como "conseguidor", y así medié en nuevos negocios de muchos, muchos ceros de facturación. Y los ganadores suelen ser generosos, con lo que se retroalimentaba esa actividad que comenzó siendo un plan de jubilación familiar para convertirse en la edificación de una torre de oro.

Me equivoqué, vuelvo a reconocer, porque entonces no me di cuenta de que con esos trasiegos ponía en peligro, en serio peligro, el futuro de la propia institución monárquica, porque la desposeía de su principal patrimonio: la ejemplaridad.

Quiero en este momento exculpar al resto de mi familia: aseguro que nada conocían de estas actividades mías, que ellos vivían en una nube dulce de seguridad y que yo y solo yo me desvelaba por las noches imaginando un futuro oscuro, únicamente iluminable con dinero, pilas de dinero.

Episodios más escabrosos me son difíciles de confesar, aunque los hubo, pero habréis de comprender que mi pudor los cubra de un velo de olvido, disculpable cuando un hombre que contempla la vida desde su recta final entiende que los errores forman parte indisoluble de su trayectoria.

Pero como perdonar exige reparar, comparezco hoy para restituir. Veréis: A pesar de mi inviolabilidad constitucional, he sometido al Gobierno un ambicioso plan, que han aceptado, ?no sin intensas reticencias, finalmente vencidas a favor del pragmatismo?: Voy a repatriar todos los bienes que he ido atesorando en cuentas opacas y paraísos fiscales. Su monto total es elevado, solo os puedo decir eso. Y después de tributar a la Hacienda Pública, aun quedará un capital más que sustancioso. Y lo voy a invertir en la constitución de la llamada "Real Fundación Borbón para la igualdad de oportunidades". Se trata de una institución que va a tomar bajo su protección a niños desfavorecidos, proporcionándoles alimentación, cuidados y educación primaria, secundaria y universitaria, para que no sea el origen social el factor limitante de sus futuros.

Sé que esto llega tarde, que no disculpará mis faltas, que para muchos españoles he arruinado irremisiblemente mi prestigio, pero permitid a este hombre mayor que trate de lavar sus errores con lo único que los puede maquillar: devolver a lo más débil de la sociedad aquello que acopié impropiamente y, con ello, ayudarles a compensar lo que el destino les ha negado.

Solo reiteraros, españoles, mi arrepentimiento, y la súplica de que me apliquéis la indulgencia que a los arrepentidos no ha de negarles Dios ni la Historia.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats