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Marc Llorente

Opinión

Marc Llorente

Recuperación con mascarilla

Sabido es que las reglas tradicionales del juego, asentadas sobre la base de los dueños de la vida ajena, benefician a unos, claro, y perjudican a muchos. Y que todas las crisis son aprovechadas para potenciar la situación. Con esta de ahora, promovida por la pandemia y de naturaleza distinta a la anterior crisis financiera global de 2008, que no se había evaporado aquí aún, no iba a ser menos. Así que el informe de perspectivas económicas del Banco de España hace recomendaciones al Gobierno de coalición y le establece una rigurosa hoja de ruta sin haberse presentado a las elecciones. Según esta tesis, jamás será posible, pese a las urnas democráticas, cualquier cambio económico de cara a mejorar la vida de las personas, o pintar un cuadro de forma distinta a la de siempre. Partiendo de ahí, el déficit democrático y de fe en las instituciones es obvio.

El único modo de evitar «daños persistentes» en el escaso crecimiento de la economía española es apretar más las tuercas a la población. El objetivo de crecer y de reducir la deuda pública, por lo visto, no es compatible con el ejercicio de la justicia social y fiscal. No se insta a subir impuestos ahora mismo. Y no es que haya que subírselos a la mayoría en algún momento, que para eso están las grandes fortunas. A las que debe dejarse tranquilamente como apoyo a rentas, empresas y hogares más vulnerables. Estos últimos seguirán más o menos de idéntica manera, mientras que otros mantendrán a flote sus intereses y los mejorarán. Sánchez e Iglesias olvidan ese impuesto a los peces gordos que se comen a los chicos. Más todavía en tiempos difíciles. ¿Transitoriamente?

Los trabajadores son solo mercancía administrada por quienes mueven los hilos en el gran guiñol del mundo. En este orden establecido de cosas, las medidas que pueden beneficiar al mercado laboral pueden cortar a su vez el aire al trabajador. Lo flexibilizarán más por aquello de las ayudas europeas. Bien está que «España debe entenderse con España», como quiere el Ejecutivo en la nueva normalidad, pero una estrategia «integral, ambiciosa y sustentada en amplios consensos» no debe ser sinónimo (y lo es) de darle caña a la ciudadanía para salvarla supuestamente. Cierto es que la renta básica exige un seguimiento constante que evite posibles efectos no deseados o abusos. ¿Y las demás clases de abusos y fraudes con mayor envergadura, patrocinados por las altas esferas?

En cuanto a los pensionistas, tranquilos. No se acometerán recortes ni se perderá el poco poder adquisitivo de tantas pensiones. No obstante, el anuncio gubernamental del endurecimiento de la jubilación planea y amenaza. El Fondo Monetario Internacional presenta una profunda desaceleración de la economía española por el hecho de que la producción y el consumo han disminuido significativamente. Los ciudadanos ejercen de simples consumidores o de sujetos consumidos. Depende. La receta que facilita la «recuperación» ya la conocen de sobra. En 2021, sin embargo, a juicio de las previsiones del FMI, España e Italia liderarán el crecimiento en Europa con mascarilla, y se augura un segundo brote mundial de la pandemia a principios del nuevo año. Por muchas uvas de la suerte que ustedes tomen.

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