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Gerardo Muñoz

Momentos de Alicante

Gerardo Muñoz

¿Quién degolló al gallinero?

El domingo 5 de mayo de 1912 Vicente Cano Gómez, más conocido por el apodo de Torero, de 18 años de edad, estuvo trabajando todo el día en la Venta del tío Vicente, el de las Rejas, en la Goteta. La venta era de su padre, que estaba enfermo.

A las nueve de la noche se vistió su mejor traje, rayado y de color beis, y marchó al centro de Alicante. Al pasar por la calle del Carmen vio cómo unos hombres reñían en la calle de Cisneros. Fue al Salón Novedades, donde estuvo viendo una película junto con varios amigos. A la salida se enteró de que había habido un muerto en una riña ocurrida en la calle Cisneros, deduciendo que debía ser la que él había visto de pasada. De camino a su casa, en la calle Santísimo Cristo, le preguntó a un vigilante detalles de lo sucedido. También se entretuvo preguntándole lo mismo en el Arrabal Roig a otro vigilante y a un hornero conocido suyo, apodado el Pequeño.

Pocas horas más tarde, en la madrugada del lunes, varios policías detuvieron a Torero en su casa. Al registrar su ropa, hallaron en uno de los bolsillos de la americana una pequeña y vieja navaja, pero el traje no tenía ni una mancha de sangre.

Torero fue conducido al Gobierno Civil, donde quedó incomunicado y a la espera de comparecer ante el juez de guardia. Era sospechoso de ser el autor del homicidio cometido esa noche en la calle Cisneros.

UN GRUPO DE AMIGOS

En la mañana de aquel domingo 5 de mayo, dos amigos se habían reunido en un bodegón del Mercado para tomar el aperitivo: Francisco López Juan, el Gallinero, natural de Elche y residente en la calle San Agatángelo del barrio de Benalúa, de 35 años, soltero y obrero de la fábrica de petróleo de Fourcade y Provot; y José Compañ Climent, soltero, residente en el barrio de Carolinas (Terol 8) y obrero de la fábrica de hilatura de Fourcade y Provot. La novia de Gallinero pasó a recogerle y ambos amigos se despidieron, quedando en verse por la tarde.

Después de comer Gallinero fue a buscar a su vecino y amigo Francisco Urrutia, el Bilbaíno, trabajador de la fábrica de sacos que estaba en construcción en Babel. Juntos fueron al Café Español, donde les esperaban Compañ y su compañero Francisco Sánchez Montesino, más conocido como Paco el Datilero.

Los cuatro amigos recorrieron varias tabernas y fueron a merendar dos pollos a casa de Compañ, donde se les unió un compadre de este: Francisco Aracil, alias Eduardo. Luego fueron los cinco hombres a la calle Cisneros, donde estaban los burdeles de la Valenciana y de la Paca. Compañ y Datilero entraron en el primero, encontrándose con Enriqueta Díaz, amante de Compañ, que acababa de regresar de Elche, donde había pasado el día. Celoso porque no le había avisado de ello y porque sabía que ella sentía preferencia por Datilero, Compañ discutió con Enriqueta, armando gran escándalo y abofeteándola. María Torres, la Valenciana, los echó de su establecimiento. Mientras tanto, Gallinero había quedado en la calle, conversando con una conocida, y Bilbaíno y Eduardo habían entrado en la taberna de Maravilla Bermúdez.

LA TRAGEDIA

Pocos minutos después, Gallinero se hallaba caído en la calle, en medio de un gran charco de sangre, degollado. A su lado, una navaja pequeña y vieja. Un gran griterío mujeril se oía en la calle Cisneros y adyacentes, mezclado con sonidos de silbatos policiales. Un vigilante nocturno detuvo a Compañ en la calle del Carmen, que corría herido en una mano y gritaba que había visto huir al asesino. El vigilante le hizo retroceder a donde se hallaba el moribundo, para que le ayudara a llevarlo sobre una silla y junto con Enriqueta a la Casa de Socorro.

Gallinero expiró poco después de llegar a la Casa de Socorro.

Compañ y Enriqueta fueron llevados al juzgado, donde declararon ante el juez Garriga Mercader.

Compañ dijo que, al salir del lupanar de la Valenciana, vio a su amigo Gallinero caído en el suelo y sangrando; que corrió detrás de quien creyó era el agresor, resultando ser el Torero, quien se libró de él al apuntarle con un revólver. Luego él fue detenido por el vigilante. Este manifestó al juez que no vio a Torero; que solo vio a Compañ, que parecía estar huyendo, corriendo y herido en una mano.

Las declaraciones de Enriqueta fueron varias y confusas. Primero dijo que Gallinero se hirió a sí mismo; luego dijo que el homicidio lo realizó un hombre desconocido vestido de negro. En ningún momento dijo haber visto a Torero.

El juez ordenó trasladar el cadáver al depósito judicial, incomunicar a Compañ y Enriqueta, y detener a Torero.

TESTIGOS

Además de interrogar a Torero, el juez tomó declaración el lunes 6 a varios testigos:

Paco el Bilbaíno había dicho la noche anterior a Molins, jefe de la Policía, que no había visto quién agredió a Gallinero porque estaba dentro de la taberna de la Maravilla. Pero ante el juez aseguró que vio huir a Torero.

Josefa Torres, pupila de la Paca, manifestó que Compañ se hallaba abofeteando a Enriqueta en la calle, cuando Gallinero intervino pacificador. Ambos amigos discutieron y Compañ agredió a Gallinero, que cayó al suelo sangrando. La Paca dijo que Josefa le contó eso mismo pocos minutos después de producirse el suceso.

Ninguna prostituta vio a Torero.

No declaró Datilero porque los agentes no hallaron su paradero. Tampoco declaró Francisco Aracil, alias Eduardo, porque nadie sabía que había estado presente.

AUTOPSIA Y MÁS DETENCIONES

El martes 7 le fue realizada la autopsia a Gallinero. Los médicos forenses certificaron que murió a consecuencia de una herida inciso-punzante en la carótida derecha, que le había atravesado la tráquea de derecha a izquierda.

Aquella misma mañana el jefe de Policía, Molins, y el agente Aguirre, visitaron la fábrica donde trabajaba Compañ. Allí identificaron y detuvieron a Datilero. En el interrogatorio, este les dijo que eran cinco los amigos que habían merendado juntos el domingo y habían ido a los lupanares de la calle Cisneros. Identificó al quinto como Francisco Aracil, a quien llamaban Eduardo, que iba vestido de negro y que vivía en la calle Ramales. Este fue detenido poco después.

A la una de la madrugada del miércoles 8, Datilero y Aracil fueron interrogados de nuevo por Molins y Aguirre, en presencia del vigilante Languche, que hizo de secretario. Al principio se negaron a contestar, pero al final confesaron la verdad: Gallinero intervino en la riña de los amantes para evitar que Compañ hiriera a Enriqueta con su navaja; ambos hombres forcejearon, hiriéndose Compañ en una mano y produciéndole una herida mortal a Gallinero en el cuello.

Datilero y Aracil repitieron aquella declaración poco después ante el juez. Este encausó aquella mañana a Compañ y ordenó su ingreso en prisión sin fianza. Torero, Enriqueta, Datilero y Aracil fueron liberados.

El lunes 20 de enero de 1913, Compañ fue condenado por un tribunal de la Audiencia Provincial. Al día siguiente, intentó suicidarse en la cárcel ingiriendo tres cajas de fósforos.

www.gerardomunoz.com

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