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Gracias, Javier

Llegó, de puntillas, hace casi tres años. A mediados de septiembre de 2017 este periódico daba la noticia de manera escueta: el diplomático Javier Hergueta Garnica era el nuevo Director de Casa Mediterráneo. Como es bien conocido, la Red de Casas es un instrumento esencial de la estrategia del Gobierno para fortalecer el liderazgo de España en determinados espacios geográficos estratégicos a través de la cooperación política, económica, cultural y social. A lo largo de los años han ido naciendo Casa América (1990) en Madrid, Casa Asia (2001) en Barcelona, Casa Africa (2006) en Las Palmas, Casa Arabe (2006) en Córdoba, Casa Sefarad-Israel (2006) en Madrid y Casa Mediterráneo (2009) en Alicante, todas ellas dependientes del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.

Ciertamente, los alicantinos no sabíamos lo que se nos venía encima, aunque muchos de nosotros tardamos poco tiempo en enterarnos. Con una facilidad pasmosa, este aventajado servidor público -forjado en mil batallas en Malta, Hungría, Perú, Croacia, Panamá, Bruselas, Serbia, Cuba, Yemen y la República Democrática del Congo- te abordaba, te explicaba en dos minutos un proyecto en el que solo prometía sangre, sudor y lágrimas € y cuando te querías dar cuenta estabas ya embarcado en su ejecución y, lo que es peor, abducido por el encanto y el entusiasmo del proponente. A la altura de Navidad de ese año Javier Hergueta había llamado ya a casi todas las puertas de la sociedad alicantina -empresarios, académicos, militares y fuerzas de seguridad, periodistas, profesionales liberales, EUIPO, sindicatos, artistas de todo tipo y condición, representantes de todos los espectros culturales, políticos sin importar color ni procedencia €- y había abierto la suya de par en par a todo el que quisiera escuchar y sumarse a la fiesta.

En unos meses, la antigua estación de Benalúa se convirtió en un hervidero de actividades donde la cultura, la geopolítica, la economía, el derecho o la arquitectura convivían sin solución de continuidad: hoy un encuentro con el embajador de Argelia tras una charla con una escritora libanesa, mañana una conferencia sobre el conflicto árabe-israelí y una sesión de cine-club, al día siguiente una discusión sobre las operaciones de contraminado en el Mediterráneo y un debate alrededor de la ciberseguridad € incontables sesiones con poetas, fotógrafos, novelistas, cuentistas, músicos, periodistas, restauradores € decenas de ciclos nacidos de la colaboración con todas las instituciones públicas y privadas de la provincia de Alicante € Javier Hergueta, su equipo, la sociedad alicantina y el pegamento que todo lo unía -el Mediterráneo- obraban día a día el milagro de abrir Alicante al mundo y de proponer Alicante como ejemplo para otras culturas mediterráneas.

A poco que uno hurgara en los entresijos de tan prolijo cocido encontraba rápidamente las cuatro piedras angulares: por una parte, la economía y el desarrollo, vinculados sobre todo a las nuevas tecnologías; por otra, la gobernanza y la cooperación; en tercer lugar, el medio ambiente y el turismo sostenible; en fin, la cultura y el patrimonio. Había un concepto, una estrategia y un plan de acción. Pronto nodos centrales como la mujer o la gastronomía desarrollaron su propio relato y nuestra tierra comenzó a acoger en largas estancias a escritoras, pintoras o escultoras venidas de todas partes del Mediterráneo. Innumerables ministros, embajadores y altos representantes españoles, europeos y de los países de la cuenca mediterránea recalaban en Alicante para impartir conferencias, pero, sobre todo, para compartir sus experiencias y reflexionar sobre cómo abordar las relaciones de amistad entre los pueblos en el siglo XXI. Repase usted la agenda mensual que puntualmente recibimos en nuestro correo electrónico miles de personas residentes en esta provincia: no hay día sin Casa Med, con o sin Covid, presencialmente u online.

Detrás de todo esto, un equipo motivado y profesional € y su director. Discreto, humilde, siempre en segundo plano, hiperactivo, eficaz, inmensamente humano, reflejando de alguna manera la antítesis de la hoy ya desfasada imagen del diplomático clásico perseguidor de canapés, Javier Hergueta se enamoró de Alicante de la misma manera que hace casi cuatro décadas abrazó el servicio a su país como bandera, dándonos así ejemplo vivo de lo que de verdad significa el orgullo de ser español. Desde tal pedestal este cantabrón ciudadano del mundo aterrizó en la que ha sido y será ya su casa preñado de aire fresco, colmó su morral de amigos, repartió riqueza -porque rico es quien hace cosas para la comunidad- a manos llenas € y os nos deja dejándonos un legado de bonhomía y una institución plenamente arraigada en su entorno y con un brillante porvenir.

Pero ya se sabe que estos embajadores son pájaros ambulantes y viven para vivir muchas veces. Javier Hergueta asume desde el 1 de julio la Embajada de España en Turquía, un puesto tan estratégico cuanto complejo. Todos los amigos que deja aquí nos felicitamos y nos entristecemos de corazón por ello. Pero los alicantinos somos agradecidos y sabemos reconocer a quienes nos han regalado su tiempo y su conocimiento para sembrar a manos llenas en esta tierra fértil. Gracias, Javier. ¡Buen camino, ciudadano!

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