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-El otro día hablábamos de la polarización, don Florentino. Y poco después me ha ocurrido algo curioso.

-Cuénteme, don Adolfo.

-Pues verá. Me fui al cine, a ver una peli: Casablanca, concretamente.

-Vaya, riguroso estreno.

-Es que aquí arriba, llevamos algo de retraso, me temo.

-Bueno, obra maestra, en cualquier caso.

-Pues sí. Y cuando estaba hablando Rick con Sam a alguien le dio por ponerse a aplaudir. Sin motivo.

-¿Y qué ocurrió?

-Pues que le siguió una gran parte de los espectadores. Sin saber muy bien por qué.

-Pues algo parecido se da en los aplausos de las ocho, en las caceroladas, en los conciertos, en los espectáculos deportivos, en los mitines políticos, en€

-¿Quiere decir que el comportamiento gregario es intrínseco al humano?

-¡Afirmativo!

-Eso lo descubrieron muchos dictadores hace mucho. Recuerde, por ejemplo, al bueno de Joseph Goebbels.

-No solo los dictadores se han servido de esto, amigo mío. La manipulación de las esencias psicológicas de los humanos es algo tan antiguo como las civilizaciones. Porque aunque nos creamos plenamente dueños de nuestras decisiones, la realidad es bien otra. Somos seres sociales, y los demás interaccionan con nosotros continuamente. De esa influencia surgen decisiones inconscientes, que a veces nos llevan a lugares inesperados, como bien demuestra la historia. Porque, ¿cómo si no se explican revoluciones, revueltas, levantamientos, cambios drásticos que parecían imposibles y que, sin embargo se llevaron a cabo catalizados por unos pocos?

-No lo sé, dígamelo usted.

-Por el comportamiento gregario del ser humano, sin duda.

-No sé yo€

-Mire, hay muchas, muchas personas que se sienten cómodas en ambientes gregarios: Los encontrará en el barrio, en el club de fútbol, en el trabajo o en la Iglesia. Y tiene una explicación psicológica: Cuando vemos reflejadas en otros convicciones sobre las que nosotros dudamos, éstas se refuerzan. En otras palabras, los grupos nos fortalecen.

-Puede€

-Le pondré otro ejemplo: Muchas veces compramos un producto porque muchas personas dicen que es bueno o efectivo; nos fijamos más en las opiniones publicadas sobre él que en su propia esencia. Es decir, pensamos que si todo el mundo le alaba es porque es bueno.

-Comprendo.

-Por eso el marketing moderno incluye fuertemente las presuntas opiniones de los usuarios. Mire, si no me cree, las páginas de venta on line.

-Eso es cierto, amigo mío.

-La razón debe ser muy antigua, tanto como que nuestros ancestros sabían que cooperar y formar grupos les ofrecía más oportunidades de supervivencia. Actualmente, para saber qué es lo correcto nos fijamos en el grupo, en el rebaño. Fíjese si no en las modas.

-Pero algún efecto positivo tendrá esta especie de maldición.

-Bueno€ la imitación no necesariamente es mala. Si los humanos encontramos referentes adecuados ese efecto se puede tornar positivo.

-¿Líderes adecuados dice usted?

-Bueno, también existen otras colaterales favorables. Como por ejemplo abolir el miedo. En un experimento con niños que tenían miedo a los perros se comprobó que si los chavalines veían a otro niño jugar con un perro durante veinte minutos al día, casi todos ellos estaban dispuestos a meterse en el corral con el perro.

-Es decir, amigo mío, lo que usted me quiere decir es que bien empleado este efecto rebaño no necesariamente es malo.

-Sea usted un poco más positivo, míreme a mí: La influencia social puede ser buena. Créame. Pero solo si la usamos adecuadamente. Y no sé yo si las redes sociales modernas van por ese camino€ no sé yo€

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