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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

El eje del zarandeo

El acoso y derribo de Zaplana dejó a Pedreño tocado del ala. Tachó al rector de todo menos bonito y la tropa del molt regó el campo de exterminio con asertos subidos de tono, la mayoría en torno a que el catedrático de Economía Aplicada era un rojo peligroso. Pasado el periodo de carencia fue palpable que el diagnóstico no podía ser más atinado. El rojo peligroso, como es lógico, fue fichado por Botín y el liberal alcanzó el ministerio, la portavocía junto a Acebes en el descarrilamiento tras el 11-M y, con el correspondiente periodo de carencia, el hueco en la planta fantasma de Telefónica para los ex donde no se gratifica mal del todo los servicios prestados. No es de ahora, ya lo dijo San Pablo: los caminos del Señor, que son inescrutables, hijo mío.

El trauma alcanzaría su máximo esplendor con la cerrazón de la administración autonómica a c0nceder el plácet al parque científico propuesto por la uni mientras se ponían en pie, es un decir, Terra Mítica y la Ciudad de la Luz. Esto llevó al profesor a reinventarse. Podía haberse quedado en el bosque académico, pero no. Ya lo advirtió el cachorrín de Aznar cuando «por sus» no pudo presidir aquel acto de inauguración: «Pedreño es un provocador». Y en ello sigue. A día de hoy, sus iniciativas son el eje del zarandeo de la red que ha puesto al distrito en órbita y al que las instituciones se han sumado como han podido. Ha creado además contactos de apoyo a los que lleva locos haciéndolos partícipes de una actividad frenética. Cuando no les llega un mooc les cae chatbots hasta reventar y acaba de entrarles Europa frente a EE.UU. y China. Prevenir el declive en la era de la Inteligencia Artificial, un libro de 500 páginas realizado con Luis Moreno para que cada cual emita opinión. Debe ser bueno porque hasta yo lo estoy entendiendo.

Mientras tanto Zaplana centra los esfuerzos en apartar a la jueza que investiga sus andanzas, pero le queda la indudable satisfacción de palpar que parte de los cimientos de la proyección digital de esta tierra que impulsa su rector favorito la propició él. Y eso debe suponer un gran consuelo.

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