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Javier Cuervo

Opinión

Javier Cuervo

Aprender a ver exige mirar

Lo que el viento se llevó es un melodrama folletinesco estrenado en 1936, ambientado en unos idealizados estados del Sur esclavista del siglo XIX y un motivo en California, estado del Oeste, de principios del siglo XXI para pintarrajear el busto de Miguel de Cervantes, un escritor español del siglo XVI que publicó El Quijote en el XVII, porque un policía blanco asfixió brutalmente a un afroamericano en la norteña Mineápolis.

Esto es así cuando aplanas el tiempo y el espacio, pasas el cepillo de madera al contexto y haces lo que se llama «tabla rasa» para referirse a lo que no tiene en cuenta hechos pasados. Llegar a algo mejor lleva el tiempo justo para aprender cómo funciona la comunicación de noticias, ficciones, publicidad y propaganda. Aprender a ver es saber nadar en nuestro medio, atentos a que no nos lleve la corriente, ni siquiera la principal (mainstream).

Las obras de la cultura popular llevan unas ideas que se aproximan a las más apreciadas en su lugar y momento y cuando nos alejamos de esas coordenadas acaban chocándonos porque han sido paulatinamente desplazadas por otras. Las peores nos parecerán grotescas o ridículas. Lo que el viento se llevó tiene visiones superpuestas. La de Mammy, un personaje plenamente positivo tratado con racismo paternalista, no gusta a los afroamericanos actuales. La de la emocionalmente tóxica Escarlata O'Hara sigue siendo apreciada para la mirada de «mujer que supo salir adelante en un mundo de hombres». Ahí debe seguir la película para ser mirada con distancia y juicio, sabiendo ver es, que es tener criterio, no percibirse a uno ni a los demás como niños a los que ofrecer ejemplos para que los imiten simiescamente, eso a lo que se llama «hacer pedagogía».

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