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Gerardo Muñoz

Momentos de Alicante

Gerardo Muñoz

Hoteles (I)

El término pensión como establecimiento de hospedaje surgió a principios del siglo XX. No fue hasta 1925 que la RAE lo incluyó en su diccionario como sinónimo de 'pupilaje'. Venía a llamarse así a lo que antes se había conocido como casa de huéspedes o de pupilos, como la que Carmen Bosch Villanueva tenía en 1842 en la calle del Portalet y luego trasladó a las plazas de la Constitución, de Ramiro y, por fin, en 1871, a la del Mar, donde antes estaba la Fonda de la Cruz de Malta.

Entre 1906 y 1956 hubo en Alicante 39 pensiones y, en este último año, había 35, clasificadas en tres categorías: 5 de 1ª, 12 de 2ª y 18 de 3ª.

Pero las casas de huéspedes siguieron existiendo durante buena parte del siglo XX. Algunas pasaron a denominarse hoteles, como la Gran Casa de Viajeros de Pedro Terol, sita en Gravina 15, que en 1917 se anunciaba con vistas al mar, alumbrado eléctrico y «pensiones desde 4 pesetas en adelante», que cerró en 1935, cuando Terol se trasladó a Alberola Romero 1, donde abrió la Pensión Madrid. Después de la Guerra Civil abundaban a diario en la prensa anuncios que ofrecían albergue en casas particulares de hasta 3 huéspedes.

En 1941 había registradas en la ciudad 84 pensiones y casas de huéspedes. De estas últimas, en 1956 había 13.

Había también otros albergues con nombres distintos, como la Gran Hospedería Ramis, de Bartolomé Galiana, sita en San Telmo 7, que se anunciaba en 1917 con luz eléctrica, coche y conserje; o la Residencia Florida, en Bailén 31, que en 1946 decía contar con «agua caliente y fría en todas las habitaciones. Pensión completa desde 20 pesetas».

En el artículo anterior vimos cómo a finales del siglo XIX y principios del XX algunas fondas se convirtieron en hoteles. A lo largo de la primera mitad del siglo pasado las pensiones y fondas tuvieron la misma clasificación, consideradas de 2ª categoría e inferiores a los hoteles, hasta que en 1957 el término fonda desapareció oficialmente de manera definitiva.

De manera que el término hotel, de origen francés, vino a sustituir a las fondas decimonónicas. La RAE adoptó primero la palabra hotel con el significado de «casa aislada de las colindantes, del todo o en parte, y habitada por una sola familia» (1899), y no fue hasta 1914 que en su diccionario antepuso la acepción «fonda de lujo».

La planta hotelera alicantina aumentó a finales de la década de 1920, en octubre de 1928 se fundó en la ciudad la asociación Unión Hotelera y Similares, y en 1956 había en Alicante 12 hoteles.

Algunos de los hoteles que había en la primera mitad del siglo pasado eran: Hotel Comercio, abierto en 1898 por Antonio Llinares en San Fernando 21, con fachada a la Explanada, que cerró en 1912. Hotel Navarro, abierto en 1912 por Indalecio Navarro Sastre donde estaba el hotel Comercio. Hotel Miramar, abierto por Juan Pastor Sevila frente al antiguo mercado y trasladado en 1917 a San Fernando 24; en 1928 lo compró Abelardo Valcárcel y en 1930 Antonio Moreno Ibarra. Hotel Pastor, montado por Juan Pastor Sevila en 1928, tras dejar el hotel Miramar, en Méndez Núñez 21; fue sustituido por su hijo Juan Pastor Catalán, quien lo trasladó en 1946 a San Fernando 42 (se anunciaba en marzo de ese año con «calefacción, ascensor, habitaciones con cuarto de baño» y restaurante con «plato del día corriente, 10 pesetas; especial, 15») y lo vendió en 1980, siendo actualmente el Hotel Marítimo. Hotel Inglés, construido en 1891 por Ramón Guillén López entre el paseo de los Mártires y las calles San Fernando y Ojeda; en 1939 cambió el nombre por Hotel Sevilla. Hotel Nogueras, que había sido una casa de huéspedes hasta que en 1898 lo reconvirtió Emilio Nogueras Pascual en hotel, situado en Calatrava 9; en 1928 se encargaba de él Antonio Plazas.

Hotel Bossio

Conocido antes como Fonda de Bossio, tal como vimos en el artículo anterior, sus fachadas daban al paseo de la Reina (Rambla), con 4 balcones, a la calle Duque de Zaragoza, con 10 balcones, y a la plaza del Teatro (plaza de Chapí), con 5 balcones. Lo regentaba desde 1882 Pedro Bossio Gómez (Perico), que se había educado en Francia.

Tenía servicio propio de coches y contaba con biblioteca, salón de billar y dos salones especiales: el dorado, donde se celebraban banquetes especiales, y el rojo, inaugurado en 1889, donde se ofrecían servicios especiales, como exposiciones.

En 1893 Perico se fue a vivir a Barcelona, para trabajar en la Compañía Trasatlántica. Murió en 1928. Le sustituyó al frente del hotel su hermano José. También por esa época abandonó el hotel el cocinero Vicente Iborra Llinares, para abrir su propio restaurante.

En 1910 se cerró el hotel. El edificio fue ocupado por las oficinas de Obras Públicas y, en 1920, se abrió en él la Pensión La Valenciana.

Hotel Roma

Antigua Fonda del Vapor, cambió de nombre en 1892, cuando se hizo cargo del establecimiento Asunción Zaragoza Antón, que había trabajado antes como empleada durante 20 años. Ocupaba la antigua casa solariega de los condes de Soto Ameno, en la plaza del Mar. Tenía cuatro fachadas, 50 balcones y vistas al puerto y al paseo de los Mártires.

Asunción dirigía también la Fonda de la Marina. Como vimos la semana pasada, abandonó esta fonda en diciembre de 1896, que pasó a llamarse Hotel Iborra. Al mes siguiente ella añadió el nombre de la fonda al hotel que regentaba: Hotel de Roma y la Marina.

Gran Hotel Bossio de Roma y de La Marina

Así se llamó el Hotel Roma a partir de enero de 1897, bajo la dirección de Asunción Zaragoza Antón, en la antigua casa solariega de los condes de Soto Ameno, en la plaza del Mar.

Todas sus habitaciones tenían baño y ofrecía cocina española, francesa e inglesa, a cargo de Antonio Llinares Sellés.

En 1899, el ayuntamiento prohibió terminantemente que los carruajes estacionaran en los alrededores del hotel, para evitar que aquella zona continuase convertida en una «inmensa cuadra al aire libre» (La Correspondencia Alicantina, 21-5-1899).

Asunción abandonó la dirección del hotel en noviembre de 1901 y fallecería en febrero de 1904. El hotel pasó a ser dirigido por Vicente Iborra Llinares, que lo llamó Gran Hotel.

Hotel Iborra

Antes se llamaba Fonda de la Marina, situada en San Fernando 17 con fachada a la Explanada, propiedad de la familia de Juan Gallostra.

Después de abandonar el Hotel Bossio, el cocinero Vicente Iborra Llinares abrió su propio restaurante en San Fernando 15, que cerró en 1897, para hacerse cargo de la Fonda de la Marina, a la que cambió de nombre: Hotel Iborra.

El hotel, de 46 habitaciones, fue inaugurado el 10 de abril de 1897, estaba dirigido por uno de los hijos de Iborra, José María, y la cocina por otro, Vicente. El comedor estaba servido por 20 camareros y el hotel contaba con su propio peluquero: José Tomás.

En 1899 se amplió el hotel con la casa contigua que era propiedad de Francisco Alberola y se colocó una marquesina para cubrir la terraza, donde se ofrecían veladas conocidas como Dinner-Concert o Los Jueves Blancos de Iborra. También siguió utilizando como sucursal la casa que había enfrente (San Fernando 25), bajo la dirección de otro hijo de Iborra, Luis.

En 1901 Vicente Iborra Llinares sustituyó a Asunción Zaragoza al frente del Hotel Roma y Marina, que pasó a llamarse Gran Hotel. Falleció en 1903 y sus hijos crearon la sociedad Vicente Iborra Hermanos para seguir dirigiendo los dos hoteles. En mayo de 1905 los cuatro hijos se los repartieron, quedándose con el Hotel Iborra José Mª y Luis, quienes lo traspasaron al año siguiente a una nueva sociedad que cambió el nombre del establecimiento: Hotel Reina Victoria.

La sucursal de San Fernando 25 fue ocupada por Asunción Reina, donde instaló una casa de huéspedes.

Más información sobre este tema en «Posadas, fondas y hoteles», de Caridad Valdés, 2016.

www.gerardomunoz.com

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